Desde la semana pasada doce personas de nacionalidad ucraniana trabajan en el Ayuntamiento de Tarragona. Larysa Lezhentseva es una de ellas. Esta radióloga de Kiev, de 50 años, llegó tras el estallido de la guerra en su país junto con sus dos hijas de 17 y 19 años. Su hijo de 23 tuvo que quedarse.
Larysa explica que está tramitando la homologación de su título, pero ya le han advertido que se trata de un proceso largo. Durante unos meses trabajó en limpieza y en cocina en Castilla y León, pero reconoce que acceder a un empleo fijo no es tarea fácil. Y, mientras, los ahorros se van agotando y hay que hacer frente a los gastos como los estudios de sus hijas que siguen formándose a distancia.
La semana pasada cuando la conocimos estaba realmente aliviada. Acababa de firmar un contrato de trabajo a tiempo completo por doce meses. «Da tranquilidad tener trabajo durante un año... Pese a la guerra la vida sigue», explicaba ella que reconocía que su vida, como la de sus compañeros, cambió completamente de una forma que no era capaz de imaginar.
Larysa junto con Miguel Angel Cordova Alejos (médico de nacionalidad peruana pero radicado en Ucrania) ya se han integrado en el equipo del Punt d’Informació municipal d’asil i refugi, PIMAR del Ayuntamiento de Tarragona, sitio donde justamente recibieron su primera acogida en la ciudad. «Espero poder ayudar», admite ella.
Un año crítico
El PIMAR entró en funcionamiento a finales de marzo de 2022. Su puesta en marcha respondía a la necesidad urgente de contar con un punto donde atender y dar respuesta a las personas que estaban llegando a raíz de la guerra de Ucrania. Desde entonces hasta diciembre del año pasado atendieron a 612 demandantes de asilo y refugio, aunque no todos son ucranianos; 113 son de otros países como Colombia, Venezuela o Cuba.
La concejala de Nova Ciutadania, Paula Varas, cuenta que si bien la oficina nació para atender una emergencia concreta, este tiempo ha demostrado que se trataba de un servicio necesario. Financiado con presupuesto de la Generalitat, en principio iba a funcionar hasta diciembre del año pasado, pero se ha ampliado un año más.
Lila Messibah, coordinadora del PIMAR, explica que las necesidades de los ucranianos han cambiado mucho desde el principio, cuando había la esperanza de que la guerra durara poco, hasta ahora cuando hay otras necesidades como aprender el idioma, encontrar un empleo u homologar un título.
Uno de los puntos clave ha sido poder contar con una traductora que lo mismo ha podido ayudarles a entender las gestiones que tienen que hacer a entenderse con los médicos cuando ha hecho falta.
En las últimas semanas, además, el ritmo ha sido frenético porque desde aquí se han hecho los trámites para la ayuda estatal de 400 euros. Se trata de unas gestiones que había que hacer por internet, lo que ya suponía una barrera. A esto se ha sumado al hecho de que las instrucciones se encontraban en castellano o catalán.
Necesidad de trabajo
Pero, sin duda, una de las necesidades más importantes ahora es contar con un empleo. De allí la decisión del Ayuntamiento de optar a uno de los programas de formación y empleo del SOC financiado con fondos europeos. Finalmente el consistorio consiguió doce plazas (el mayor número posible) para uno de estos programas.
Desde el PIMAR se llamó a todas las personas que podrían presentarse. El proceso de selección y contratación ha estado a cargo de Tarragona Impulsa. Se ha estimado el grado de vulnerabilidad y se daba prioridad a los mayores de 45 años, con familiares a cargos y que se alojan en la ciudad con la familia extensa o con una familia de acogida.
Además de Larysa y Miguel Angel, el resto de personas ucranianas ha comenzado a trabajar en labores de mantenimiento y limpieza. En el grupo hay distintos perfiles profesionales como diseñadores, economistas informáticos o médicos, pero todavía no han tenido oportunidad de adquirir el idioma o de homologar o convalidar sus títulos. «La mayoría tienen mucha calificación pero son muy conscientes de la situación y agradecen la oportunidad de trabajar», cuenta Messibach.
En todos los casos tendrán acompañamiento para adaptarse a sus lugares de trabajo, así como acceso a clases de catalán y orientación sobre el mercado laboral.
El concejal de Ocupació i Desenvolupament Econòmic, Manel Castaño se acercó a Tarragona Impulsa el día que comenzaban a trabajar y reconoció que: «No es solo un trabajo, se trata de una oportunidad para su integración, para que estas personas se sientan productivas y útiles; velando por su salud emocional».
La complejidad del asilo
Una de las peculiaridades del PIMAR es que desde el principio los técnicos trabajan conjuntamente con entidades que ya atienden a los demandantes de asilo, en concreto Creu Roja, Caritas, CCOO y UGT.
Esta colaboración con las entidades, que además están presencialmente en el PIMAR los viernes, ha ayudado a evitar que las personas tengan que peregrinar buscando información, explica Messibah.
Recuerda, además, que las gestiones de los demandantes de asilo son de una importante complejidad, por lo que contar con un punto específico ayuda a coordinarse mejor y a descargar de trabajo a otras dependencias municipales. Con la ventaja además de que se encuentran en el propio palacio municipal en la Plaza de la Font.
El gran punto negro, no obstante, son las citas policiales que pueden tardar meses. Sin ellas no comienza el proceso de protección y la desesperación es el caldo de cultivo perfecto para que las mafias intenten aprovecharse. «Cada día tenemos aquí gente esperando una cita, las citas son nuestro monstruo», exclama Messibah.
Finalmente Paula Varas hace votos porque el PIMAR se convierta en un servicio permanente más allá de la coyuntura ucraniana. «La necesidad ha demostrado no solo que es un servicio que hacía falta sino que cada vez hay más usuarios», concluye.