Un 10 de mayo de 2013, Tania decidió cambiar los hábitos, las rutinas. Incluso los paisajes habituales que completaban su trayecto. La vida de esta joven de 29 años pedía otro camino, se encontraba en época de confusión y hastío. En ocasiones, tomar decisiones no resulta sencillo. Tania Melendo se plantó ante su madre y le soltó el «me voy». El recuerdo de ese día en el que cogió la mochila y se dirigió hacia el aeropuerto permanece. Su familia entendía poco, pero comprendió y aceptó. Ciudad de Córdoba, en Argentina, era el destino elegido.
Casi con lo puesto y con el afán de sobrevivir y completar estudios relacionados con el deporte, en el viaje existían aliados en forma de amigos. Lucía, Ayelén y Ramiro la esperaban con los brazos abiertos. En Ciudad de Córdoba asumió otra realidad. De cultura distinta. Por ejemplo, una huelga policial dejó el lugar sin seguridad durante cuatro días. Tania no salió de casa mientras duró esa huelga, como muchísimos ciudadanos. Se robó en todos los rincones, los supermercados se llevaron la palma.
En Argentina logró completar sus desafíos personales. Hoy puede presumir de estudios como entrenadora personal, la actividad a la que había aspirado. En Ciudad de Córdoba llegó a entrenar en un club de tenis. La experiencia no sólo le modificó sus aspiraciones labores, a nivel vital aprendió a priorizar preocupaciones y valores.
«Llegó un momento en mi vida que necesitaba decidir hacia dónde iba. Me animaron a viajar, a cambiar de aires. Cogí mi mochila, vi mundo y cambié mi rumbo», asegura, aunque los tumbos de su presente también le obligaron a sobreponerse de pérdidas irreparables.
Hace dos años y en cuestión de tres meses, las muertes de su hermano y su madre le pidieron un esfuerzo emocional para salir hacia adelante. Lo ha logrado. «He invertido mi tiempo en el trabajo, que es lo que realmente me gusta. En el gimnasio no sólo aconsejas en lo deportivo, hay gente que viene aquí a evadirse e intento inculcar lo que he aprendido durante todo este tiempo». Tania ha cumplido su sueño. Se siente realizada. Es la encargada del Vila-seca Gym. El deporte como punta de lanza de su vida. «Siempre lo ha sido todo para mí».
Sibarita de las bicis
Existen dos pasiones más en el día a día de Tania. Compartía entusiasmo por las bicicletas con su hermano, que incluso había lanzado a la luz un blog. En los viajes y o en cada experiencia del día a día suele fotografiar bicis en esos rincones con magia que visita. En su casa tampoco falta esa compañera de dos ruedas que pide piernas fuertes para hacerla andar.
Para poder acabar los estudios precisó trabajar en la noche como camarera, algo de lo que no reniega, «donde estuve me trataron bien». Lo que mantiene intacta es su afición por la fotografía. En sus perfiles personales en la red abundan esas instantáneas artísticas que caza simplemente con la cámara de su teléfono. Fotos de paisajes idílicos y de parecer utópicos. La vocación se lleva dentro. Tania Melendo ha conquistado su propósito después de cambiar el signo de su existencia en 2013. Una decisión difícil pero acertada. Ha demostrado que la valentía suele traer más paraísos que infiernos.