Cinta Ramon Solé es pedagoga terapeuta. A pesar de que asegura que no es actriz, lleva media vida vinculada al mundo de la cultura, en general y del teatro en particular. Desde hace un cuarto de siglo es miembro del colectivo de teatro popular TeclaSmit, que en sus comienzos no se llamaba así, donde inició su andadura como actriz no profesional. Ha realizado cursos de escritura y dirección teatral y con TeclaSmit ha interpretado un sinfín de obras y dirigido unas pocas. En relación con la escena, también conduce en la Biblioteca Pública de Tarragona el club de lectura ‘Llegir el Teatre’, donde desgranan clásicos y contemporáneos, que procuran ver en el escenario.
¿Cómo se lee el teatro?
Cuando empiezan en el club de lectura mucha gente asegura que es difícil porque se tienen que poner en la piel de todos los personajes, con lo que parece que tengas que romper el ritmo. Sin embargo, personalmente, hace muchos años que leo teatro y no tengo esta sensación. El guion te atrapa igual que si fuera una novela, poesía o ensayo. Es una cuestión de hábito por lo que en un principio entran con un poco de reticencia, pero después se desvanece.
¿Se enganchan?
Sí. Desde que se inició ha tenido un incremento, aunque por el camino también ha habido algunas bajas. Pero hay un grupo que asiste siempre y si no pueden, envían el comentario. Se crea una forma de entender el teatro, de comentarlo. Cuando vamos destripando una obra, vemos que de cada creador son aprovechables diferentes aspectos. Y crea adición porque te hace partícipe de muchas ideas de la gente, se comparten muchas valoraciones, aunque supongo que esto ocurre con todos los clubes.
¿Se imagina a los personajes encima del escenario?
Generalmente, no. Me imagino los personajes, igual que ocurre con una novela.
¿El club ‘Llegir el Teatre’ es virtual?
Actualmente, sí. De momento, lo hacemos a través de la red Telfy.
¿Van a ver todas las representaciones de las obras que leen?
Siempre que podemos y los miembros del club que pueden. En la actualidad estamos vinculados al Teatre Nacional de Catalunya, que desde hace casi una década tiene en marcha la campaña ‘Llegir el Teatre’. En este sentido, leemos obras que siempre podamos ir a ver y así también contrastamos la lectura con la representación. Cuando comentamos el texto hablamos también del guion, de cómo está escrito, del ritmo o la escenografía. Por eso se llama ‘Llegir el Teatre’ porque no es una obra, sino que abarca todo el conjunto.
¿Qué autores le gustan más?
No quiere decir que los que me gustan a mí sean los que más gustan a la gente. Yo tengo debilidad por un tópico, por Shakespeare. Estoy enamorada de Shakespeare sea en castellano, en catalán e incluso en inglés porque la musicalidad del texto me lleva. Pero también me gustan Samuel Beckett, Salvador Espriu, soy una fan de Josep Maria Benet i Jornet, Guillem Clua, Víctor Català, Mercè Rodoreda o Lluïsa Cunillé. Tengo un abanico muy amplio, de lo clásico a lo contemporáneo y considero que es muy interesante que se experimente y se hagan nuevas creaciones.
Arola Editors acaba de publicar todas las obras teatrales de Víctor Català.
De Víctor Català o Caterina Albert hemos leído e interpretado algunas de sus piezas en TeclaSmit. La hemos trabajado bastante, al igual que a Mercè Rodoreda, a la que también hemos leído en el club de lectura.
¿Qué es lo que más le interesa de convertirse en otra persona encima del escenario?
No sé si es convertirse en otra persona. A mí me encanta el concepto de los ensayos, es decir, más que convertirme en otra personal, intentar entender el personaje que voy a interpretar, qué le ocurre, cómo piensa, qué siente y qué es lo que el autor en cada caso ha intentado darle para que a mí me apasione, me cautive. Porque también hay una cosa muy evidente y es que los personajes que trabajas, aunque sean los más malvados, llega un momento en que los entiendes, que les coges cariño, los cuidas y esto es lo que más me gusta. Después, en el escenario, también la adrenalina si todo va bien, pero vivo mucho todo el proceso hasta llegar ahí.
¿Y de Shakespeare?
En ocasiones, en TeclaSmit representamos solo una parte de la obra. Lo hicimos con Macbeth, por ejemplo, donde daba vida a una de las brujas. Es un papel interesantísimo y, justamente, creo que fue una de las primeras obras que leímos en el club. En TeclaSmit somos bastante eclécticos. Con el director, Sergi Xirinacx, trabajamos desde clásicos como Ovidio, Sófocles o Eurípides, hasta más contemporáneos como Palau Fabra o la Rodoreda. Si vemos posibilidades, lo hacemos.
Ha hecho referencia a la empatía. Para trabajar este sentimiento, ¿es importante que los niños y niñas crezcan con el teatro?
Para trabajar la empatía y muchísimas cosas. El cuerpo, las emociones, la expresión... La empatía es relevante porque tienes que ponerte en la piel del otro y en un niño pequeño es muy interesante porque debe reaccionar en diferentes situaciones. Y así también desde pequeños se acostumbran a la idea de que la cultura es fundamental para el crecimiento como persona y de la sociedad. Es algo que me parece evidentísimo.
¿Qué le recomendaría a una persona que empieza a leer el teatro?
Un Shakespeare, de los más suaves, como Romeo y Julieta o El Sueño de una noche de verano. Pero también Benet i Jornet. Este tiempo de pandemia y coincidiendo con la muerte del autor, dedicamos todo un verano a leer creaciones suyas. Hay muchos más autores, pero estos serían un buen comienzo.