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Mònica Bulló y Rosa Maria Marcé, catedráticas de la URV están entre las 100 investigadoras más influyentes del Estado. Su investigación puede cambiar vidas

04 marzo 2025 20:22 | Actualizado a 05 marzo 2025 07:00
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Mònica Bulló (Barcelona, 1972) y Rosa Maria Marcè (El Vendrell, 1964) no se conocían personalmente hasta el momento de la entrevista, pero enseguida encuentran puntos en común. Ambas profesoras de la Universitat Rovira i Virgili se encuentran entre las cien investigadoras más influyentes del estado según el ránking de mujeres científicas que elabora el CSIC. Bulló está en el puesto 65 y Marcé en el 88 de una lista que incluye a 10.000 científicas.

Ambas son catedráticas y esto ya es una peculiaridad, puesto que en la universidad solo el 31% de profesores que llegan a esta categoría son mujeres. La cifra contrasta con el hecho de que las mujeres profesoras son la mitad de la plantilla (49%) y las alumnas de grado son mayoría (60%).

Vocación para cambiar vidas

Bulló cuenta que siendo bien pequeña ya recortaba los artículos de un suplemento de ciencia para niños que publicaba La Vanguardia. Con 7 u 8 años decidió que «quería hacer investigación para mejorar la salud de nuestra especie».

Le preguntamos por qué insistió en ese camino y reconoce que «tenía 14 años cuando perdí a mis padres relativamente jóvenes después de una larga enfermedad, supongo que eso te marca».

Sus tíos la apoyaron a ella y a su hermana para que estudiaran y se dedicaran a lo que les motivaba.

Aquella vocación fructificó. Bulló, profesora del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la URV, dirige el Centre de Tecnologia Ambiental i Toxicològica (Tecnatox) y el grup de recerca en Nutrició i Salut Metabòlica (NuMeH) en el Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili .

Las investigaciones que tiene entre manos puede cambiar vidas. Para muestra un botón: su equipo ha identificado unas moléculas en la sangre que relacionan la resistencia a la insulina con un mayor riesgo de desarrollar Alzheimer. El descubrimiento puede mejorar los métodos de predicción de la enfermedad.

Rosa Maria Marcè, por contra, apunta que de pequeña quería ser maestra y, aunque sus padres solo tenían formación primaria, se esmeraron en que los cinco hermanos tuvieran la mejor formación posible «nos llevaban a clases de todo», recuerda.

Marcè es, igual que Bulló, una de las científicas más citadas en su área a nivel mundial. Profesora del Departamento de Química Analítica y Química Orgànica, su campo de investigación se centra en los contaminantes, en especial en las aguas residuales, que son como «un libro abierto». Dice que igual pueden ayudar a detectar el consumo de drogas que la presencia de virus como la Covid-19.

A modo de ejemplo, su grupo desarrolló, en colaboración con la Universidad Internacional de Florida, un nuevo sistema, más económico y rápido, que permite detectar los contaminantes procedentes de fármacos y productos de higiene personal que se encuentran en los ríos, el mar y las aguas provenientes de depuradora.

Carrera vs. conciliación

Tanto Bulló como Marcé han visto como las mujeres, poco a poco, han ido llegando a puestos de responsabilidad, aunque el techo de cristal no acaba de romperse del todo. «Queda mucho camino por recorrer, pero al final la universidad no es más que un reflejo de la sociedad», admite Marcè. Ni siquiera en campos donde las mujeres son mayoría, como la salud, hay una representación proporcional de mujeres en los puestos de gestión, algo que, vaticinan, irá cambiando cuando las más jóvenes suban en el escalafón.

Bulló reconoce que por momentos se ha sentido incómoda cuando por ejemplo, le han llamado para formar parte de un equipo por ser mujer. «Yo entiendo que venimos de una historia y que se necesitan ciertas políticas para contrarrestarla, pero yo quiero que cuando me llamen es porque piensan en mi capacidad, no por el cromosoma que tengo».

En su caso el momento crítico en que su condición de mujer marcó su carrera fue la maternidad « para mi la conciliación no ha existido... A mi generación le ha tocado pensar hasta qué punto estaba dispuesta a sacrificar tu vida profesional, porque si te desvinculas o aflojas durante un tiempo, cuesta mucho llegar al mismo nivel o volver a ponerse en marcha a la misma velocidad».

Madre de dos hijos, dice que no habría conseguido salir adelante sin la ayuda de los abuelos. Ella, que prácticamente no pudo parar después de dar a luz, recuerda que hay países donde las investigadoras predoctorales tienen dos años de baja por maternidad.

Marcè coincide; ella no ha tenido hijos, pero cree que el entorno familiar y de pareja cuenta mucho a la hora de dedicarse a la investigación «seguimos en un esquema tradicional donde la mujer es la que lleva la batuta de todo». Y reconoce que «no está tan bien visto que la mujer dedique muchas horas, pero si es un hombre no pasa nada».

Ambas investigadoras han colaborado y colaboran con equipos internacionales y, aunque en algún momento han sentido la tentación de marchar a entornos donde hay más recursos e infraestructura, han optado por quedarse «porque la investigación y los investigadores que tenemos son de los mejores del mundo», dice Bullò.

Entre el negacionismo y la IA

Aunque ambas científicas trabajan en ámbitos distintos, las dos comparten preocupación por el negacionismo científico de los últimos tiempos, en especial en lo que se refiere a la negación del cambio climático. «Tú puedes tener creencias sobre muchas cosas, pero cuando hay evidencias no entiendo cómo se pueden negar», apunta Marcè. Bulló opina en la misma dirección y recuerda que no habrá salud humana sin salud planetaria.

Entre los grandes retos del futuro más inmediato ambas coinciden en la Inteligencia Artificial, que ya ha comenzado a transformar radicalmente sus trabajos «hace un tiempo que no apostamos por ningún proyecto en el cual no haya una parte de IA», dice Bulló.

Marcè reconoce que en el ámbito académico el impacto de la IA es tremendo y cuesta hacer entender a los alumnos que necesitan desarrollar un sentido crítico.

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