Càritas atendió un 22% más de personas en 2023

Salvador Grané, su director, dice que «hemos ido sumando crisis y las personas no han recuperado el nivel de vida»

30 mayo 2024 20:30 | Actualizado a 30 mayo 2024 21:52
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Si hubiera que hacer un retrato de la pobreza en Tarragona muy probablemente se trataría de una mujer con hijos menores a cargo. Así se desprende de la memoria anual de Càritas Diocesana de Tarragona. Su director, Salvador Grané aprovechó la presentación del documento para advertir de que la pobreza no ha retrocedido pese a lo que dicen los datos macroeconómicos: «La brecha social se ha hecho más grande», advierte.

Una muestra es el hecho de que Càritas atendió el año pasado a 9.204 familias (20.074 personas). De este grupo el más numeroso (17.461 personas) necesitaba ayuda para cubrir necesidades básicas. Eran un 22% más que el año anterior.

La mayoría de quienes piden ayuda a la organización son mujeres (el 70%) y tienen hijos a cargo (el 55%). Aumenta, además, la soledad: una de cada cuatro personas que atendieron vive sola.

El desempleo y la vivienda

La coordinadora del área de Acción Social, Teresa Jordán, encargada de desgranar los datos, resume: «hemos ido sumando crisis tras crisis y las personas no han logrado recuperar los niveles de vida previos a 2008».

Pero si hay que elegir los dos factores que les hacen más vulnerables Jordán apunta sin duda al empleo y la vivienda.

Además de personas en paro de larga duración o inmigrantes en situación legal irregular, Jordán hace notar que un 15% de las personas que acuden a Càritas son trabajadores pobres: tienen un empleo pero no les permite cubrir necesidades elementales.

En lo que se refiere a la vivienda una de cada cuatro personas tiene inestabilidad habitacional. La asociación ahora ya no ayuda solo a pagar alquileres, sino también realquileres, porque muchos usuarios no pueden permitirse más que una habitación.

Garantizar la alimentación

Una de las preocupaciones de la entidad es el futuro del programa de reparto de alimentos, el que mueve más voluntarios y recursos. Hasta el año pasado la Comunidad Europea entregaba alimentos directamente a los países que luego los hacían llegar a las entidades. Desde octubre se cambió a un sistema en que se entregarán tarjetas monedero para que sean los beneficiarios quienes compren los alimentos que necesiten.

El problema radica en que a estas alturas del año las tarjetas no han llegado y hay familias que siguen necesitando la ayuda. «Nuestros almacenes se están vaciando», señala Grané. Es por eso que, aunque la entidad está convencida de que las tarjetas serán el mejor sistema y el que da más dignidad a las personas, ha tenido que comprar alimentos para seguir entregándolos lo que queda de año. Para ello contará con recursos propios y una subvención de la Generalitat.

La esperanza es que cuando el sistema de tarjetas esté funcionando realmente llegue a todos quienes lo necesitan, puesto que la entidad calcula que con los criterios que se han establecido solo se llegaría a una de cuatro personas.

Grané quiso aprovechar además para agradecer la labor de las empresas y los 1.267 voluntarios que los apoyan.

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