Regresar a casa, Tortosa, desde Sant Vicenç de Calders este martes en tren no es tarea fácil. La estación de Sant Vicenç se ha convertido en una especie de centro neurálgico con la llegada y salida de numerosos viajeros y autobuses. Pero también en una cierta ratonera. Es y va a ser estos cinco meses un lugar de encuentro donde los vehículos reculan, dan marcha atrás, estacionan, salen, llegan. Y mientras el personal de información, con chaleco amarillo, indica cómo dirigirse hacia los andenes o qué debe hacer para tomar un bus. La vuelta a casa no es tan sigilosa ni tranquila como a primera hora de la mañana. El tren proveniente de Barcelona llega con retraso, de forma que el puñado de viajeros que espera pacientemente en el bus que les va a llevar a l’Hospitalet de l’Infant se comienza a impacientar. Finalmente llegan los otros pasajeros y el vehículo se pone en marcha. Esa media hora de retraso inquieta a muchos: “no sabemos si luego el tren en el Hospitalet de l’Infant nos va a esperar o no”.
Dos viajeros son por ejemplo Rosa Maria Begues, que se dirige a l’Ampolla, y Enric Homedes, que va a Tortosa. “Hoy íbamos a la aventura, al ser el primer día no sabíamos qué pasaría. De momento todo va bastante bien, porque ha habido mucha información”, corroboraban desde el bus, que emprendía la marcha por la autopista. “Somos usuarios frecuentes del tren. Vivimos en el Ebre pero somos de Barcelona”.
Después de 40 minutos el bus llega a l’Hospitalet de l’Infant. Cinco minutos más tarde aparece por la vía el tren con destino Tortosa. “Por los pelos”, se aliviaban algunos.
Quién iba más despistado era Sven, que venía de Rotterdam, Holanda. Se dirigía al Perelló, donde pasará una semana en casa de un amigo. “¿Qué es lo que sucede?”, preguntaba en inglés. Acababa de aterrizar en el Prat, había tomado un tren hasta Sants y una vez en la estación “había poca información y cuando me la daban era en español, y yo no lo hablo, no entiendo nada”. Informado finalmente del corte de vías espetaba: “¿Y todo esto también me lo encontraré el lunes, que es cuando me marcho?”.
La mañana se despertaba al ritmo del primer tren con destino a Barcelona. Ahora la tarde empieza a caer al ritmo de las estaciones de tren: l’Ametlla de Mar, l’Ampolla, Camarles, l’Aldea, Campredó... Y luego por fin esa voz por la megafonía, tantas veces escuchada, que le pone nombre a casa: Tortosa. Ir y volver en el día en tren regional desde la capital ebrense hasta Barcelona estos cinco meses va a ser tarea casi imposible.