Tras el tsunami por la amenaza de quiebra parece que, en el horizonte, los ayuntamientos empiezan a vislumbrar el sol. Después de un inicio de otoño en el que la tormenta perfecta por los números rojos de la mayoría de consistorios ha llevado a la práctica totalidad de los alcaldes a subir tasas e impuestos para 2024 –algunos con más moderación que otros–, ahora todo parece indicar que se abre la puerta para poder contar con unos recursos que, hace pocas semanas, parecían imposibles: el uso del superávit para gasto corriente y el posible incremento de la aportación estatal.
Recapitulemos. Hace un mes, Tarragona fue el primer gobierno local que levantó la voz por el desequilibrio que presentaban sus cuentas para el próximo año: faltaban 14 millones. ¿Por qué? El gasto en sueldos subía en 2,5 millones; la inflación incurría en otros 2,1; el encarecimiento de los tipos de interés suponía 2,1 adicionales; la aportación a las empresas públicas se encarecía en 2,5; se preveía no poder usar el superávit –de 3,5 millones–, mientras que la previsión era que los ingresos bajaban en 1,2 millones.
A raíz de esto, el PSC acordó con Junts y ECP un plan fiscal para generar la mitad del agujero: 6,5 millones. ¿Cómo? Subiendo un 7,4% el IBI, un 12% la tasa de la basura, un 20% el tributo para instalar terrazas y un 33% el ICIO. Sin embargo, aún quedan otros siete ‘kilos’ por compensar, que deberían salir de recortes, si bien ahora hay esperanza que se logren mediante la intervención del Gobierno Central.
Así lo confirman al Diari fuentes del Estado, que reconocen que ya se «buscan vías» para que los consistorios pueden usar su remanente, mientras que se prevé que se dispare la participación en los tributos del Estado. ¿Por qué? Por la subida en la recaudación del IVA por la inflación, así como por el mayor uso de la tarjeta de crédito tras la pandemia de la Covid. La principal vía que se perfila es habilitarlo con los Presupuestos Generales del Estado, un extremo todavía en vilo por la investidura de Pedro Sánchez (PSOE).
En la Plaça de la Font, todo esto puede traducirse en el ingreso de un montante de entre seis y siete millones que, en principio, no estaban previstos: unos 3 del superávit y entre tres y cuatro de la aportación estatal. Tras la catástrofe inicial, ahora la música parece más pacífica para 2024. Esto sí, tras el incremento de todos los tributos.