Dos años de prisión, que durante cuatro no pueda comunicarse ni acercarse a menos de 200 metros de la víctima y pagar una indemnización de 8.000 euros. Es la pena que la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Tarragona ha impuesto a un hombre como autor de un delito de abuso sexual, con la atenuante de dilaciones indebidas y la atenuante de embriaguez.
Los hechos ahora juzgados ocurrieron a las tres de la tarde del 26 de marzo de 2019, cuando la víctima contaba con 13 años. Salió del centro escolar donde estudiaba –en un barrio de Ponent– y se dirigía, acompañada de unos amigos, al domicilio de su abuela.
Durante el juicio manifestó que «la menor decía la verdad» y se declaró culpable
Durante el camino, la menor se encontró con el acusado, que estaba sentado en un banco. Se detuvo a hablar con él ya que se conocían desde hacia años, ya que residía en el mismo bloque que su abuela.
El hombre estaba sentado y ella, de pie. El procesado comenzó a realizar tocamientos a la menor. Ella se quedó «chocada» y sin saber qué hacer. Hizo hincapié que en aquella época era una niña inocente y confiada.
La huida
Cuando el acusado llegó a su partes íntimas. La joven dijo que se tenía que marchar. Abandonó el lugar y al llegar a casa de su abuela contó lo ocurrido a sus familiares. A consecuencia de estos hechos, ella sufrió durante un tiempo pánico a salir de casa, dejando de cursar los estudios que estaba realizando.
El condenado había consumido varias cervezas aquel día y sufría un enolismo crónico. Durante el juicio, declaró que «la menor decía la verdad» y se declaró culpable de los hechos.