Victoria Luengo arrasa en el Teatre Fortuny de Reus bajo la piel de una brillante abogada

Bajo la dirección de Juan Carlos Fisher, la actriz encarna a la letrada Tessa en ‘Prima facie’, de Suzie Miller, una mujer hecha a sí misma, pero a la que la vida le da un revés al que planta cara

18 mayo 2024 21:56 | Actualizado a 18 mayo 2024 22:00
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De cero a 100. Así fue la entrada de la actriz Victoria Luengo al encarnar este viernes 17 de mayo, en el Teatre Fortuny de Reus, a la brillante abogada penalista Tessa. Pura fuerza que haría aplaudir de pie a la platea al final. Bajo la dirección de Juan Carlos Fisher, la intérprete, mediante un intenso monólogo, se puso en la piel de la protagonista de Prima facie, de Suzie Miller, una mujer fuerte, carismática y echa a sí misma. De clase trabajadora, la litigante explica cómo llega a la cúspide en el ámbito laboral, que es una ‘pura sangre’ en el sector y hace gala de conocer a la perfección los entresijos del sistema judicial, especialmente en lo que hace referencia a agresiones sexuales.

Con frases como la de «eres tan buena profesional según como te haya ido en tu último caso», Tessa demuestra que batallar en su profesión es una verdadera jungla, que lo importante es «llegar primero» y que, en casos tan sensibles como los relativos a una agresión sexual, «solo hacemos nuestro trabajo, al igual que el fiscal y el juez; nunca juzgamos, solo contamos la mejor versión de nuestro cliente», buscando los agujeros que vuelven inconsistente un relato. La vida, aun así, le da un revés a Tessa. La letrada cuenta que se empieza a enamorar de un abogado del trabajo, uno al que admira. Luengo se basta y se sobra para sumergir al público en los primeros nervios del enamoramiento para luego ahondar en un rincón oscuro. Y es que, tras volver a quedar con el chico en cuestión y beber unas copas, ella empieza a encontrarse mal y ese estado es aprovechado por él para violarla.

La escenografía neutra y minimalista se vuelve fría e implacable tras la descripción de la agresión sexual. Luengo imprime a gritos el dolor al pasar por una situación así, por estar al otro lado; por encontrarse sola en un sistema que no funciona, una situación en la que duda si denunciar o no. Ella misma, que conoce las reglas del juego, se autoanaliza, se contrainterroga y sufre, pero a pesar de ello, planta cara, sobre todo para que no le pase a ninguna más. Sabe que esa «herida corrosiva» nunca desaparecerá, que jamás será la misma, pero llega hasta el final y denuncia. Tras 782 días se enfrenta al día del juicio, en el que el agresor es declarado inocente. Momento en el que dice basta a un sistema inútil, solo espera que, «en algún momento, cambie algo».

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