¿Qué tienen en común un grupo de hawaianos, un funeral, Batman y un conjunto de sevillanas? La respuesta es obvia: las ganas de divertirse cuando se trata de la Marató del Priorat, que el pasado domingo celebró su séptima edición, después del parón impuesto por la pandemia el año pasado. La Associació Dracsrunners –organizadora del evento– logró convertir un domingo cualquiera, en un día para disfrutar de un paisaje único y un ambiente festivo, recorriendo senderos rodeados de viñedos, una panorámica inigualable coincidiendo con la campaña de vendimia.
Este año, a pesar de renunciar al itinerario de 42 km, la organización siguió brindando la oportunidad de recorrer una media maratón (21 km) y estrenó un ‘tast’ de 12 kilómetros, perfecto para corredores amateurs y senderistas, deseosos de acudir a la llamada de la naturaleza y la montaña. «Entre la media maratón y el ‘tast’ reunimos alrededor de 650 participantes, entre los cuales había una quincena de nacionalidades, como franceses e italianos, superando las expectativas previstas, pero manteniendo el listón de participantes internacionales de ediciones anteriores», explica Xavi Martí, de la Associació Dracsrunners.
Desde primera hora de la mañana se respiraba las ganas de disfrutar del Priorat por todo lo alto, y de calentar motores se encargó la familia musical de la Batucada Batibull. Y es que la prueba prioratina no es una carrera al uso, si tenemos en cuenta que el calentamiento estuvo capitaneado por una peculiar enfermera, mientras que dos característicos policías municipales patrullaban entre los participantes para vigilar el cumplimiento de la normativa Covid-19 y otro dúo, vestido con Equipos de Protección Individual caseros, se encargaba de ‘desinfectar’ a los corredores.
Otro de los encantos fue que la salida, al estruendo de los trabucaires, y la llegada tuvieron lugar frente al edificio modernista de la Cooperativa de Falset-Marçà. La nota de color, como no podía ser de otra manera, la pusieron los participantes que acatando la demanda de la organización acudieron ataviados con todo tipo de disfraces. Por ello, durante la prueba fue posible viajar en el tiempo para correr al lado de piratas o romanos, hasta colarse en un funeral con féretro incluido o una boda con pretensiones de ser íntima, e incluso ver como se ‘escapaban’ a gran velocidad racimos de uva de los viñedos. Todo ello a ritmo de la música en directo a los pies de las bodegas por las que transitaban los recorridos. «La Marató del Priorat es totalmente diferente, es una jornada enoturística para disfrutar del paisaje y del vino», asegura Xavi Martí. A nadie le extrañó que en los avituallamientos se bailase la conga mientras se cataban vinos de la DOQ Priorat y la DO Montsant, maridados con productos locales. Todo fueron alicientes para mantener viva la llama de la Marató del Priorat y complacer a los amantes de la naturaleza, el deporte y el vino. Es imposible resistirse a esta combinación.