Los niños y sus familias esperan impacientes en la entrada de la Casa Navàs. Unos minutos después, baja las escaleras Narcís, responsable del ‘Jardí Màgic de Cal Navàs’ y de guiarles en la visita teatralizada. Primero, introduce al grupo en el Modernismo y pese a sus edades –entre 4 y 8 años– los más pequeños se muestran participativos desde el principio.
El jardinero les explica la historia del edificio, les presenta a Lluís Domènech i Montaner y, por supuesto, a sus habitantes, Joaquim Navàs y Pepa Blasco, quienes vendían ropa en la planta baja. «Lo más importante es subir cantando la canción de la Casa Navàs», instruye Narcís a los niños y niñas, y, así, inicia un recorrido de lo más atractivo para ellos.
El actor Benjamín Miguel, de la compañía reusense Producciones Lucky & Luke, es quien da vida al jardinero «mágico» y, a partir de su experiencia y su carisma, consigue que la dinámica de preguntas y curiosidades les enganche desde el primer momento.
Enseguida, les inmersa en el núcleo del edificio: sus flores. De piedra, madera o cristal, las rosas, crisantemos, narcisos y violetas llenan paredes y vitrales.
Una de las madres, Maria Tintorer, apunta que «cuando vieron que la hacían teatralizada, pensaron que sería una buena oportunidad para conocer la casa». Precisamente, a través de la magia y los cinco sentidos, es como los visitantes mejor aprenden la historia de la Familia Navàs.
Conociendo a los Navàs
Suben al primer piso y el grupo, encabezado por el Jardinero Narcís, recorren todas las estancias de la vivienda. El actor les cuenta detalles referentes al mobiliario y las decoraciones y les justifica por qué no pueden tocar nada, pues «Modernista significa que tiene muchos, muchos años». Eso sí, tiene preparadas otras «estrategias» para que los niños interactúen. Abre un cajón y de él saca un mosaico en el que pueden apreciar sus colores y texturas. A su vez, mediante unos botes con diferentes esencias, pueden oler las flores y también todo tipo de alimentos.
Después, llegan los trucos de magia: un globo de «cristal» que no explota, una estatua de un faisán que pone huevos invisibles, y un ramo de flores que aparece de repente cuando todos gritan bien fuerte «¡Navàs, Navàs, Navàs!».
Ilusionados y sorprendidos, los niños y niñas siguen un hilo rojo hasta la terraza. El cuento termina, pero Narcís tiene una sorpresa para ellos en la tienda del Sr. Navàs. Allí, acaban de disfrutar de la visita recomponiendo las piezas de la fachada, creando su propio mosaico floral y pintando los vitrales de la Casa Navàs.
De este modo, como señala uno de los padres, Roger Cases, «el hecho de que esté teatralizado les atrapa de principio a fin, les guía durante toda la visita sin que se les haga pesado». Es más, ‘El Jardí Màgic de Cal Navàs’ «no es solo para los niños, los padres redescubren la casa desde otra perspectiva, es una visita doblemente agradecida», añade Benjamín Miguel.