«A la universidad voy en coche. Sino, tendría que coger un bus de El Catllar hacia Tarragona y de allí, hasta Reus, y no me sale a cuenta», dice Lluís, estudiante de segundo curso del grado de Administración y Dirección de Empresas (ADE) en la Universitat Rovira i Virgili (URV), en el Campus Bellissens de Reus. Jana, de El Vendrell y que estudia 1º de ADE, también utiliza el coche particular. El motivo es el mismo: con el coche gana tiempo. «Además, a veces no coinciden los horarios de bus con las clases y quizás un día no tienes una clase, y ¿qué haces? Te tienes que esperar. Con el coche tienes más libertad», comentan.
Igual que estos dos jóvenes, muchos son los estudiantes que para dirigirse al Campus Bellissens de la URV optan por el vehículo privado. La universidad trabaja desde hace más de diez años para potenciar la movilidad sostenible, ya sea a pie, en bicicleta, patinete o autobús. No obstante, se es consciente que el coche sigue siendo el vehículo mayoritario, y lo es por varios factores, tanto por competitividad como también deficiencias en carriles bici, recorridos seguros y frecuencias de los buses.
Como comenta Antonio de la Torre, técnico de gestión ambiental de la URV, «en el caso concreto de Bellissens, tenemos un campus relativamente grande en una zona periurbana con una oferta de aparcamiento considerable. Por lo tanto, muchos usan el coche, aunque el bus también va muy cargado». Otro factor sería la propia configuración territorial del Camp de Tarragona, «con muchas ciudades pequeñas conectadas con líneas rápidas, con lo que el coche es muy competitivo respecto el transporte público. Con vehículo privado, en cinco minutos te puedes situar al centro de Tarragona o Reus», relata. Según De la Torre, sería relativamente sencillo convencer a vecinos de las ciudades más grandes usar el transporte público, pero más complicado es en municipios pequeños, «porque si alguien coge el coche, no irá a la estación más próxima, sino que ya directamente se dirigirá a su destino final».
Más allá de estas cuestiones más estructurales que explicarían, en parte, el uso muy mayoritario del coche, se suman también otros factores en los que desde la URV se trabaja conjuntamente con el territorio para poder mejorar y, así, incentivar una movilidad más sostenible. Es el caso de las líneas de bus y sus frecuencias o la creación de carriles bici. El técnico de gestión ambiental de la URV subraya que en los últimos años se han hecho avances, trabajando con los ayuntamientos y las empresas de transporte para que, por ejemplo, líneas ya existentes se adapten a las necesidades universitarias, con pequeñas modificaciones en el recorrido, para que el bus pare cerca del campus, entre otras medidas. «Algo que funciona muy bien. Aunque sea poco a poco, los usuarios de transporte público entre los estudiantes va en aumento», explica. Aun así, están pendientes de realizar esta primavera una encuesta entre los estudiantes y será entonces que se sabrá si esta tendencia creciente se mantiene o si la pandemia ha afectado en el uso del autobús. Una encuesta que la URV realiza cada cuatro años entre los estudiantes de todos los campus para conocer cómo se desplazan. Otro indicador también usado desde la universidad son las matrículas, «lo que permite conocer la procedencia de los estudiantes y realizar mapas de calor».
Para algunos alumnos de Bellissens, el bus es una buena opción, sobre todo entre los de primer curso, que todavía no tienen carné de coche. Es el caso de Esther, Manel y Gabriel. Los tres están cursando 1º de Administración y Dirección de Empresas y, ayer a las doce del mediodía, esperaban en la parada de la avenida de Bellissens. Esther, que vive en Tarragona, explicaba que para ella las frecuencias son correctas, «pero siempre va con retraso el bus...». De hecho, si la hora prevista de llegada era a las 12.10h, no apareció hasta las 12.23. También para Manel, de El Vendrell, y Gabriel, de Torredembarra, les parecía una buena opción. «El bus no da demasiados rodeos. Es muy directo», valoraban los tres compañeros.
En cambio, entre alumnos de otros cursos, en los que muchos ya tienen carné y vehículo propio, la opción del coche resulta más plausible. «Pero compartimos coche con otros compañeros», explican tanto Lluís como Jana. De hecho, desde la universidad se intenta potenciar esta opción, dado que se es consciente de la gran prevalencia del vehículo privado. «En pueblos pequeños, los estudiantes se conocen entre ellos y se autoorganizan, pero también queremos potenciar esta opción en ciudades más grandes, y lo hacemos a través de ‘Fesedit’», explica De la Torre. Se trata de una plataforma a través de la que los estudiantes pueden contactar con otros usuarios para compartir vehículo privado.
Carriles bici proyectados
Más allá del transporte público, se trabaja para potenciar el uso de bicis, patinetes e ir a pie. Para ello es esencial la creación de recorridos seguros, tanto para bicis como para peatones. Actualmente, todavía no hay un carril que llegue hasta Bellissens, pero sí que cabe recordar que está ya proyectado. Lo previsto es que el carril bici enlace la estación de trenes del Passeig Mata con la estación de buses, el campus de la URV, el Hospital y la futura estación de trenes de Bellissens.
«Son proyectos que hace años que se prometen pero que cuesta que se materialicen. Sucede en Reus y en todos los municipios», dice De la Torre. Ayer al mediodía, por ejemplo, en el parking de Bellissens sólo había dos bicis y un solo patinete eléctrico aparcados. Y es que muchos estudiantes ven difícil llegar a este punto de la ciudad por la falta de carriles seguros. En cambio, en la Facultad de Medina, ubicada al centro de Reus, la situación es la contraria: no hay parking para coches, por lo que los estudiantes se desplazan a pie o en bici.