La Fundació Mossèn Frederic Bara i Cortiella de Reus mantendrá las actividades de verano para los niños y jóvenes de las familias vulnerables que atienden en la sede de la plaza del Teatre a pesar de tener un futuro que consideran «incierto». Y es que el pasado viernes trascendió que se habían quedado sin la ayuda pública que hasta el momento sufragaba el grueso del servicio que ofrecen, destinado a dar apoyo a los adolescentes en situación de riesgo social. El concurso público lo ganó, finalmente, la Fundació Pere Tarrés.
«Las actividades de verano son muy importantes porque, si durante el año ofrecemos repaso escolar, actividades en las que inculcamos buenos valores e incluso ofrecemos meriendas saludables y completas, llegada la temporada estival muchos niños y adolescentes no se marchan de vacaciones o no tienen lugar en el que jugar y socializar y las familias encuentran en la Fundación Bara un lugar para todo ello», señala la directora de la Fundació Bara, sor Mertxe Martínez. Este año, a pesar de la situación y de que la «demanda de familias necesitadas no para de crecer, dedicaremos dos quincenas de 44 niños de infantil y otros 44 de primaria a que vayan a la piscina», explica.
Cuenta que cada plaza de piscina supone dos euros y que si tuvieran a más niños «tendríamos que incorporar a alguien más en plantilla». Aporta, también, que hay empresas que han ayudado económicamente a que la iniciativa de la piscina tenga continuidad. «Tenemos una pequeña subvención de la Generalitat para ello y otra para garantizar los desayunos. A los mayores les damos la merienda», indica.
La organización del Casal
Por otro lado, sobre la hoja de ruta que tiene marcada ahora el patronato de la entidad, Martínez expone que ahora «tenemos que encontrar más vías de financiación, tal vez tengamos que reestructurarnos o, en el peor de los casos, cerrar». La Fundació Bara desempeña «un servicio público» desde hace años en la ciudad y «luchamos contra el fracaso y el absentismo escolar». «A pesar de los altibajos, hemos continuado todos estos años con la actividad, con el apoyo de la ciudadanía y el tejido empresarial y asociativo; este verano nos hemos tenido que espabilar con la organización del Casal d’Estiu», añade. Dice que, por el momento, cuentan con cuatro educadores, pero «buscamos a otro, aunque esto depende del financiamiento que tengamos y sería clave para poder procurarle un sueldo a la persona profesional que se incorporara».
Sobre el Casal d’Estiu, profundiza, «siempre proponemos un eje temático y este año será los juegos de ruta y aventura». «Además, los niños irán de excursión a Prades y hemos conseguido dos autobuses de 70 plazas», declara. Pone en valor la agenda de verano que organizan año tras año porque «hay una buena acogida por parte de niños y jóvenes y que desde que se comenzó a realizar la actividad de la piscina, se han sumado cada vez más niños y se ha prolongado en el tiempo». Incide en que los datos de familias empobrecidas ha ido en aumento. «Ha crecido un 21% el fracaso escolar y el absentismo y, tieniendo en cuenta que la pobreza es algo que se hereda, velamos porque los chicos suban con buenos valores y responsables», manifiesta.
Como recordatorio, Martínez expuso hace un tiempo, también, que el año pasado el número de familias atendidas ascendía ya a las 125. Recalca que miembros del patronato de la entidad «se están moviendo» para conseguir más vías de financiación. «Hemos habilitado incluso la opción de Bizum para donaciones con el número 05329 y hemos pedido préstamos». Otra cuestión que expuso el patronato, al saber que no prosperaba su proyecto en el concurso público, es que buscan entablar diálogo con el Ayuntamiento para hallar soluciones que les permitan seguir adelante.
¿Qué dice el tejido asociativo?
La búsqueda de financiación de numerosos proyectos desarrollados por entidades sociales de la capital del Baix Camp es «compleja». Sobre el tema, el director de la Fundació Josep Pont i Gol, Xavier Sirolla, valora que «la situación de las entidades de cariz social es preocupante en general, porque suplimos las carencias del Estado». Expresa que a menudo las ayudas «llegan tarde» y en su caso –una entidad canónica del Arquebisbat de Tarragona con sede en Reus–, «somos voluntarios los que nos encargamos de todo; el asunto se complica si tienes a profesionales trabajando». Desde la Fundació Josep Pont i Gol ayudan tanto a los jóvenes como mujeres inmigrantes, sobre todo. «Situaciones como la de la Fundació Bara alarman y más tras haber pasado por crisis económicas y esta última, sanitaria», resume. Comenta que «es urgente que se haga algo, tal vez que se plantee el caso en los presupuestos de Benestar Social».
El miembro de Reus Refugi, Víctor Taltavull, opina, por su parte, que «nosotros somos voluntarios y la Covid ha hecho estragos con las familias empobrecidas y más con las inmigrantes». Dependen de donaciones y participar en concursos públicos se ha convertido en una lotería: «Para afrontar la emergencia diaria –con productos frescos, por ejemplo– trabajamos en la implantación del pago de diferentes cuotas, dependiendo de si se trata de una donación fija, puntual o un socio con cuota anual». «A nosotros, por suerte, el Esplai l’Albada nos cede un espacio, eso nos ayuda. Es triste que le suceda esto a la Fundació Bara, con su trayectoria», lamenta.