El presidente del Bravium Teatre, Ferran Figuerola, ha sido reelegido por unanimidad este miércoles 8 de febrero por la tarde para seguir al frente de la entidad. La suya ha sido la única candidatura presentada. Las votaciones de los socios y socias, a mano alzada, se han contado en el marco de una asamblea extraordinaria, realizada en una de las dependencias del Orfeó Reusenc. Figuerola, que repetirá con el mismo equipo, lleva en la presidencia del Bravium Teatre ocho años y estuvo otros 25 como secretario en la junta. «Yo me vuelvo a presentar porque, ahora, la presidencia no la puedo dejar», ha reconocido el directivo, refiriéndose a lo que los llevó a todos «al exilio».
Antes de la votación, la junta directiva del Bravium ha realizado la asamblea ordinaria de socios y socias –en la que además de repasar la memoria de actividades y hacer balance económico del ejercicio de 2022 y del presupuesto actual–, se ha dado paso al Informe del President. En él, Figuerola ha sacado a colación el tema del exilio, y resumido de dónde venimos y en qué punto están ahora.
A partir de ahí, se ha abierto debate entre los socios y socias allí presentes. «Como presidente, he procurado informar a los asociados, lo máximo posible, de toda la información que me ha ido llegando», ha empezado el presidente.
Cuando los integrantes del Bravium tuvieron que marcharse del edificio de la calle de la Presó, «el Orfeó Reusenc, la Sala Santa Llúcia y el Teatre Bartrina acogieron nuestra programación, además el Ayuntamiento colaboraró y pudimos concluir los cursos de teatro en La Palma». «Más adelante, el Orfeó Reusenc acogió nuestras obras de teatro y espectáculos, y gracias a uno de los socios, contamos con una nave donde está nuestra sede social, que nos cedieron gratuita y temporalmente, en la calle Sant Llorenç. Es decir, nos hemos acabado reinventando y lo seguiremos haciendo», ha asegurado el presidente.
Figuerola ha recordado, por otro lado, que el Bravium «son las personas que lo conforman y que seguirá siéndolo esté donde esté, que si se rompen las negociaciones entre Ayuntamiento e Iglesia, nos organizaremos con acciones». La junta tiene en cuenta que «no podemos quedarnos de forma indefinida donde estamos ahora, pueden presentarse inquilinos que, quizá, quieran estar en la nave». Incluso, Figuerola ha expuesto que si la rehabilitación no llega a hacerse, «podría destinarse a arreglar otro equipamiento municipal antiguo, ubicando el teatro allí, algo que es complejo de decir ahora, y más en año de elecciones».
Sobre el futuro del Centre Catòlic, algunos de los socios aportaron: «Ahora nos toca esperar» y que con la contrapropuesta, «la Iglesia ha quedado retratada, hemos vuelto a los años 50, por la censura de la libertad de expresión».