Màrius y Georgina forman una pareja de Segur de Calafell que el próximo 10 de junio se dará el ‘sí quiero’ en el Castell de Tamarit. Llegar hasta ese día tan esperado para cualquier pareja de novios no ha sido nada fácil. El camino ha sido difícil y tortuoso por culpa de una pandemia que hemos tenido que sufrir durante dos años.
En verano de 2019, cuando ni por asomo nos imaginábamos lo que nos vendría encima al año siguiente, Màrius (médico de UCI) y Georgina (enfermera) marcaron en rojo en el calendario el 15 de agosto de 2020 como la primera fecha para su boda. «Estábamos muy ilusionados y empezamos a mover todos los preparativos con tiempo. Desde el lugar –el Castell de Tamarit–, hasta las invitaciones o la ropa», recuerda Màrius, a quien no se le olvida que «el 13 de marzo me compré el traje de novio y justo al día siguiente se decretó el estado de alarma. No recuerdo haber tenido en mi vida un fin de semana de tanto trabajo como aquel. Empezamos a darnos cuenta de que aquello de la covid era más serio de lo que nos pensábamos».
Con todo contratado (lugar de la boda, fotógrafo, flores, ropa, incluso algunas invitaciones ya repartidas), Màrius y Georgina empezar a ver con el transcurrir de las semanas que la situación empeoraba. En abril ya lo tuvieron claro y decidieron suspender la boda. «Cancelamos todo y tuvimos la suerte de que de gran parte de lo que teníamos contratado nos guardaron la paga y señal. El viaje nos costó un poco más, pero al final también conseguimos que nos devolvieran el dinero», explica Màrius. La boda estaba cancelada, pero sin nueva fecha porque «siendo los dos sanitarios veíamos que la cosa estaba muy mal y que iría para largo», comenta el novio. No fue hasta pasado el verano de 2020, una vez superada la segunda ola de la covid, cuando la pareja se atrevió a poner una nueva fecha: el 16 de octubre de 2021. Màrius admite que «lo hicimos sin mucha fe, más si cabe cuando después de Navidad la cosa se volvió a poner peor».
Entre ola y ola llegaron al verano del año pasado, cuando Màrius y Georgina volvieron a aplazar su boda, esta vez al 10 de junio de 2022. Màrius reconoce que la situación les acabó afectando, «sobre todo a Georgina, pero al ser sanitarios teníamos que actuar con responsabilidad. Empezar a planificar la boda fue muy ilusionante, pero al final se convirtió en un sufrimiento». Ahora, con en enlace a la vuelta de la esquina, Màrius reconoce que «nos hace ilusión, pero no es lo mismo que la primera vez. Al final lo que quieres es quitártela de encima. Además, estamos esperando al último momento para decidir si la hacemos en exterior o no, si haremos test de antígenos a los invitados o si habrá que llevar mascarilla para evitar contagios. Dependerá de cómo esté la situación en el último momento».
A tope de trabajo
La de Màrius y Georgina será una de las muchísimas bodas que se celebrarán este 2022 en la provincia de Tarragona. Tras dos años con los enlaces matrimoniales y sus celebraciones prácticamente parados, el sector reconoce estar ya a tope de un trabajo que se alargará hasta octubre.
En la tienda de Pronovias de Reus explican al Diari que «el 2020 fue muy flojo. La caída respecto al 2019 fue de un 25%. Tuvimos alguna boda en abril y mayo y por Sant Joan, pero poca cosa. En 2021 se notó una pequeña mejoría en relación al 2020, Y en este 2022 hemos vuelto al nivel de negocio de 2019, acercándonos a la normalidad. Más o menos la mitad son novias que habían aplazado la boda en estos dos años de pandemia, pero la otra mitad son novias que han puesto fecha por primera vez».
Sergi, fotógrafo de S.Morris Produccions de Salou, define este 2022 como el año del «auténtico boom de las bodas y para el 2023 se espera aún más. 2020 y 2021 fueron años muy tontos. En 2020 se anuló todo e hicimos unas seis o siete bodas. En 2021 la cosa se movió un poco más pero con restricciones (mascarilla, no había barra libre, etc.) y todo esto tiraba para atrás a muchas parejas, que decidieron aplazar la boda. A pesar de ello hicimos unas 15. Y para este 2022 ya estaremos en nuestras cifras normales de unas 30 bodas al año. Piensa que nosotros no solo nos dedicamos a las bodas, sino que es una rama más. También hacemos vídeos corporativos, etc... lo que estos dos años nos ha permitido ir tirando».
Si un sector está notando también que las bodas han vuelto con mucha fuerza este 2022 es el de la restauración. Hoteles y restaurantes, tan afectados por las restricciones de la pandemia, vieron los dos últimos dos años cómo también desaparecía una importante fuente de ingresos. Jeroni Castell, propietario de Restaurante Les Moles de Ulldecona y vicepresidente de Events Banquets de la Associació d’Hostaleria de la Provincia de Tarragona (AEHT), explica que «la temporada de bodas ha empezado pronto y acabará tarde. A principios de abril ya hemos hecho alguna y tenemos todos los fines de semana llenos hasta octubre, incluso alguno en noviembre. Hemos mejorado incluso las cifras de 2019, aunque esto no compensa el daño de 2020, que fue ruinoso, y el 2021, que mejoró pero muy por debajo de las cifras normales de 2019».
Una de las consecuencias del aplazamiento de la boda ha sido la subida de los precios, sobre todo estos últimos meses por el encarecimiento de los combustibles. Sobre este aspecto, Jeroni Castell comenta al Diari que «la situación es la que es. Hay parejas que en 2021 se habrían podido casar pero decidieron posponerlo al 2022 al entender que querían hacerlo en otra situación, sin ninguna restricción. Es una decisión personal y si un año después han subido los precios no es nuestra culpa. Lo que está claro es que no podemos trabajar con los precios del año 2020 porque si no sería hacerlo a pérdidas. La gente lo entiende porque la situación es la que es. No hay que olvidar que ninguno de nosotros ha repercutido toda la inflación en el precio final del producto, porque si no el incremento sería todavía mayor».
En AG Planning Grup, que entre otros espacios gestiona las bodas del Castell de Tamarit, Marta Prats explica que «el 2019 fue un año muy bueno en cuanto a bodas y las previsiones para el 2020 eran excelentes, pero llegó la pandemia y tiró todo al traste. El 40% de las bodas que celebramos en el Castell de Tamarit son internacionales, por lo que en pandemia se anularon todas. Así, el 2020 fue un año nefasto, hicimos alguna boda pero muy pocas. En 2021 no llegamos ni al 40% de un año normal y muchas eran bodas que habían sido aplazadas en 2020 por la pandemia».
Así, nos plantamos en un 2022 donde «haremos más de 100 bodas solo en el Castell de Tamarit, algunas de las cuales también aplazadas por la pandemia. Batiremos récords. La gente tiene muchas ganas de celebrar y afortunadamente estamos en una nueva etapa, asegura Marta Prats, quien no obstante puntualiza que «aunque este año tenemos mucho trabajo, no podemos perder el punto de vista de que hay que picar mucha piedra y no olvidar que estos dos años de pandemia no se recuperarán».
Otro sector beneficiado por este resurgir de las bodas es el de las peluquerías. María del Mar, propietaria del centro Creative Reus, comenta que «ahora estoy peinando a novias que se tenían que haber casado en 2020. Los sábados es el día más común aunque también estoy peinando a muchas novias en viernes, porque hay muchas bodas este día porque se han encontrado mejores precios en los restaurantes. Muchas, incluso, vienen a peinarse para la boda con su bebé porque en este tiempo de espera no han desaprovechado el tiempo (ríe)».