Ya han pasado las elecciones catalanas del 14-F y ya sabemos los resultados finales. Un total de 74 diputados de las tres listas independentistas y un 51,5% de los votos a dichas listas. También sabemos la composición de la Mesa del Parlament. Dos diputados del PSC, dos de ERC, dos de JxCat y uno de la CUP. O sea, cinco miembros independentistas y dos que no lo son.
Si trasladamos las proporciones del resultado final de la composición de la Mesa, veremos que 5 de 7, representa un 70%. Y los votos ciudadanos sólo son de un 51,5%. O sea, una proporción no muy proporcional. Y por tanto, con una representación democrática desequilibrada.
Adicionalmente, si vemos los partidos y los votos de los miembros que componen la Mesa, veremos que hay unos 680.000 votos que no están representados. Dicha suma representa un 25% del total de los votos obtenidos por C’s, Comuns, PP y Vox. Dicho de otra manera, tenemos una Mesa del Parlament que ha dejado fuera al 25% de la ciudadanía y a cuatro partidos o listas electorales, de un total de los ocho que hay en el Parlament.
Ahora la presidenta del Parlament Laura Borràs, va a trabajar con la Mesa como ya lo hizo su antecesora Carme Forcadell. Con reuniones previas entre los cinco miembros independentistas de la Mesa y excluyendo a los otros dos. Con ello, quedará excluido el PSC de las reuniones en las que se concreten los puntos a tratar y sus respectivas decisiones. Queda claro, pues, que la presidenta sólo aspira a serlo de una mitad aproximada de los catalanes. Y este es su mensaje político, desde el inicio, para quien quiera entenderlo.
En sentido distinto, quizá haya lugar, algún día, a una buena aplicación de los dos diputados socialistas. Si observamos que ERC y JxCat tienen dos diputados cada uno, algún día podemos ver una mayoría de cuatro diputados sobre decisiones no estrictamente independentistas. Como los dos votos del PSC pueden sumar con JxCat, con el que ya tienen un acuerdo político en la Diputación de Barcelona; y pueden sumar con ERC, con cuyo programa social tienen más cercanía, estos votos pueden ser decisivos en la próxima legislatura.
Todo ello, sólo sirve para el supuesto, todavía no descartado, de que no tengamos que repetir elecciones, por falta de acuerdo para el nuevo gobierno y su mayoría parlamentaria. A pesar de que necesitamos unos años de tranquilidad social y económica; y una mejora en la lucha contra la crisis sanitaria en la que todavía estamos.
Por último, añadir que, en caso de repetición de elecciones por falta de acuerdo, deberíamos votar la próxima vez, con el firme propósito de mandar a la oposición a los partidos independentistas, para que tuvieran tiempo de reflexionar sobre su función esencial en la esfera pública. Que no es otro que la de trabajar al servicio de los ciudadanos, de los que reciben sus salarios, a través de los Presupuestos Generales, que incluyen los impuestos a cargo de todos y cada uno de nosotros.
Pedro Clua: Abogado.