Si usted es como yo, o simplemente es italiano, coincidirá conmigo en que la pizza hawaiana es un sacrilegio. Una afrenta culinaria solamente comparable a la paella con chorizo –y a cualquier otro «arroz con cosas»–, a la pasta con kétchup o al pan con tomate rallado, y no untado. Pero la pizza más polémica del planeta es algo más que una infamia: es un símbolo. Su masa crujiente, su queso fundido, su bacon frito y sus inconcebibles rodajas de fruta, encarnan la globalización en su estado más puro. Como supongo que imaginará, la pizza hawaiana no es italiana, pero es que resulta que tampoco de Hawái. Fue inventada en Canadá, por un inmigrante griego, que se inspiró en la cocina china, y que acabó popularizando su invención en Estados Unidos. Lo dicho: globalización. En el Diari de hoy llevamos varias pizzas hawaianas: noticias locales con ingredientes y protagonistas variopintos y plurinacionales. Algunas de estas noticias son abyectas como esa pizza. Es el caso del tráfico de hachís en nuestra demarcación, que tiene ramas en Marruecos, Francia y el sur de la península. Otras tienen mejor sabor: algunos de los proyectos de los que habla el director saliente del Port de Tarragona tienen elementos asiáticos, europeos, estatales y autonómicos. Así que en este caso no hablaremos de pizza hawaiana, si no de macedonia, que suena mejor y también es variada y global.
La pizza hawaiana: infamia y globalización
26 octubre 2024 21:41 |
Actualizado a 27 octubre 2024 07:00
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