Padre Mario

09 junio 2024 23:03 | Actualizado a 10 junio 2024 07:00
Natàlia Rodríguez
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Hablar bien de un cura es pegarse un tiro en el pie. Ni está de moda, ni es conveniente, y la mayoría de las veces no merecen los elogios. Pero el jueves 21 de agosto del 2022, la única persona que podía ayudarme era un cura y como estaba en Tarragona sabía que podía llamar al Padre Mario. Lo hice –él quizás no lo recuerde, no tiene porqué– y yo le estaré eternamente agradecida. No era mi preferido cuando éramos niñas. Mis compañeras del Sagrat Cor recordarán que nuestras preferencias iban hacia el padre Carmelo que era –seamos sinceras– mucho más guapo. Pero eso fue hace un siglo y el rostro de todos lleva el paso del tiempo como puede. El Padre Mario no conoce arrugas, es como si poseyera el elixir de la eterna juventud. Será porque su Teléfono de la Amistad nos conoce mejor que nadie y la sabiduría es el mejor cosmético para luchar contra el deterioro y el cinismo que la edad nos proporciona, aunque no queramos. A él, eso no le pasa. En su colina en el Llorito tiene su guarida, a sus pies el Mediterráneo y Tarragona. Si les llega el peor día de sus vidas y no saben a quién llamar, busquen al padre Mario. Él sabrá cómo calmar el temporal. Gracias padre Mario.

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