Llama la atención uno de los últimos documentos del papa Francisco. Es sobre la importancia de leer: «Ayuda a adquirir un vocabulario más amplio, estimula la imaginación y la creatividad, permite aprender a expresar los propios relatos de manera más rica; mejora la capacidad de concentración, calma el estrés y la ansiedad».
Confieso que leer resulta a veces un ejercicio antipático. Es cuando uno se impone la necesidad de terminar un libro, generalmente gordo, que desde el inicio ha visto que no le interesa. Mi recomendación es despedirlo amablemente. Hay otros.
Hace más de dos mil años, Cicerón unió el placer de leer (y entonces había pocos libros), con el de disfrutar del paisaje: «Quien tiene un jardín y una biblioteca no necesita nada más».