El valor de un bolsillo

Siempre busco los bolsillos en un vestido, en un traje, en una falda ajustada, en un abrigo, en una chaqueta: ¡ah, qué bien, tiene bolsillos! Porque no siempre, no todos los diseñadores de ropa piensan en ellos, estos benditos bolsillos. Cuando los hay, es una alegría. Durante muchos siglos solo los hombres podían tener un lugar donde guardar las llaves o el dinero. Las mujeres, ¿qué necesidad tenían de llevar dinero y llaves? El dinero y las llaves, es decir, las herramientas necesarias para la independencia, la autonomía y la libertad de elección, no eran cosa de ellas. Siempre había alguien más para abrir o para cerrarles la puerta, sobre todo para cerrarles la puerta. A principios del siglo pasado, las mujeres con las manos en los bolsillos eran percibidas como demasiado desenvueltas, poco femeninas. Masculinas, en su actitud. Fue entonces cuando comenzó la larga batalla política –porque la moda es política– para tener bolsillos en la ropa. A principios del siglo pasado, el lema «bolsillos para las mujeres» tenía la misma importancia que «derecho al voto para las mujeres» en las luchas de las activistas. Cada vez que use un bolsillo pensaré en ellas, que no tenían bolsillo que las protegiera.