¡Brujas siempre!

09 marzo 2025 19:35 | Actualizado a 10 marzo 2025 07:00
Natàlia Rodríguez
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Los días de viento, mis hermanos me decían que el silbido era por las escobas de las brujas. Será por eso que las brujas nunca me dieron excesivo mal rollo. Quizás porque el arquetipo me parecía interesante, cruel quizás, pero conocía la fórmula del veneno mientras Blancanieves era una pelma. La bruja mala se suponía que tenía que darnos miedo pero sobre todo era un aviso contra la inteligencia. «Sé hermosa y compórtate, o te quemaremos en la hoguera». No dejes que tu piel se arrugue, no dejes que tu cuerpo engorde, no leas a los filósofos, no estudies demasiado que se te estropea esa cabeza tan preciosa que tienes. No pienses mucho, tú solo sonríe. Dos mil años con el mismo mensaje que llevamos todas las mujeres esculpido a sangre en nuestros huesos. Dicen que el trauma se hereda a nivel celular, que nuestro ADN es una cadena de memorias violentas entrelazadas. Los milenios de sumisión a esa idea de belleza absurda. Está en todas las religiones, está en todos los cuentos, en todas las leyendas. Helena de Troya, la Virgen María, mujeres enfrentadas las unas a las otras. Sumisas y encerradas en casa, libres y provocadoras. Antagonistas, como si no pudiéramos ser todo a la vez, o lo que nos dé la real gana. Las brujas de mi infancia volaban los días de viento delante de mi ventana y azotaban con sus escobas las copas de los árboles. Las brujas de hoy no llevan escoba, desgraciadamente.

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