Quizá ha sido por el alza del coste de la energía, quizá porque han tenido que pagar más para encontrar camareros, quizá porque han creído que la euforia de las vacaciones veraniegas tras dos años sufriendo las restricciones impuestas por la pandemia lo aguantaba todo, o quizá por todas estas –y alguna otra– razones juntas, pero la cosa es que este verano he visto como algunos bares y restaurantes han aumentado sus precios de forma ciertamente notable.
Y se entiende que la inflación también llegue a las cañas y las patatas bravas, pero en algunos casos la subida ha sido, por decirlo de alguna manera, poco comprensible. Quizá el caso más sonado lo haya protagonizado el chef Dabiz Muñoz, que ha pasado de cobrar 250 euros por el menú degustación que sirve en su restaurante DiverXo a pedir 365 euros.
«Pagar 365 euros por una comida no es cosa de ricos», se ha defendido el marido de Cristina Pedroche ante la polémica desatada. Y ha llegado a comparar el ir a comer con hacerlo a un partido de fútbol o al cine. Yo no sé a qué partidos acude este señor ni a qué cine va si le cobran 365 euros por sesión. En fin... Lo que sí me ha parecido genial es la respuesta de otro restaurante madrileño, que ha colgado en su twitter: «Por 365 euros, en La Muralla de Ávila te damos de comer, de beber, café, copa y puro y te llevamos a hombros a ver la final de la Champions a Estambul».
Qué quieren que les diga; cuando vaya a Madrid, búsquenme en la cervecería La Muralla de Ávila.