Felipe abre la campaña

19 mayo 2017 21:55 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:55
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La campaña electoral catalana la comenzó Felipe González en su artículo publicado en El País este domingo, en el que deshacía la ilusión independentista. También han animado la precampaña los registros en las organizaciones de Convergència y la Fundación CatDem donde parece que se han encontrado indicios muy claros del cobro de comisiones al partido por parte de empresas adjudicatarias de obras y servicios de la Generalitat o de ayuntamientos convergentes.

Para más inri, el 11-S ha quedado desangelado, pues participarán solamente los independentistas, y ni siquiera la alcaldesa de Barcelona irá. El próximo día 11 será ya campaña electoral y se está lejos de que Catalunya sea el «nuevo Estado de Europa», e incluso del «dret a decidir», un derecho que no tiene reconocimiento internacional ni jurídico alguno, se ha quedado en el tintero. Convocar las elecciones el 27-S supone quitar la Diada, pues será campaña electoral, celebrar elecciones una semana después de Grecia, y adelantar la celebración de la fiesta de la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona.

En otro tiempo –hace cuatro o cinco años– en una candidatura donde el primero y el tercero de la lista fueran comunistas y el segundo y el cuarto acérrimamente independentistas y de izquierdas, como es la de Junts pel Sí, se preguntaría: ¿Y qué hace Artur Mas en medio de estos? ¡No se entendería! Ahora tampoco se entiende mucho, pero él ha llegado ya a un callejón sin salida, y peleará a vida o muerte (políticamente hablando), como algunos de los suyos.

Los independentistas han puesto a Felipe González a caer de un burro en sus reacciones al artículo dirigido A los catalanes, porque este ha dicho que están engañando al pueblo, como hizo el gobierno griego de Tsipras: «Tsipras aceptó condiciones mucho peores que las que habían rechazado en referéndum, con el argumento, que sabían de antemano, de que no tenían otra salida». Y añade el expresidente socialista: «El señor Mas sabe que, desde el momento mismo que incumple su obligación como presidente de la Generalitat y como primer representante del Estado en Cataluña, está violando su promesa de cumplir y hacer cumplir la Ley. Se coloca fuera de la legalidad, renuncia a representar a todos los catalanes y pierde la legitimidad democrática», y además no conseguirá su propósito por la vía de los «hechos consumados». Compara también la situación catalana con la de Alemania e Italia de los años 30, y pide negociación en lugar de ruptura.

En la campaña electoral se oirán palabras gordas, aunque esperemos que no sean como las que dijo el diputado de ERC Joan Tardà desde la tribuna del Congreso de los Diputados con motivo del debate de la Ley de Presupuestos Generales del Estado: «El 27 de septiembre les daremos una patada en el culo, democráticamente». Imagino que Tardá no buscaba complicidades entre los diputados del hemiciclo, ni entre los españoles, pues todo el mundo entendió que el representante de Esquerra, que siempre ha hecho gala de su grosería, les daba por el c…

Pero palabras gordas, que no groseras, saldrán a relucir en la campaña, sobre la corrupción de todos los partidos, especialmente el PP, el caso Pujol, la militancia comunista de Romeva y Casals, casos judiciales que han empañado a Esquerra como la del exconseller de Interior, condenado por contrabando. Esperemos que ningún incidente exterior perturbe esta campaña.

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