Tercer feminicidio de este año en Tarragona

15 julio 2024 21:09 | Actualizado a 16 julio 2024 07:00
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Tres feminicidios en lo que va de año en la provincia de Tarragona. Cifras estremecedoras en Catalunya. Ni una más. Hay que pararlo. El juzgado de violencia sobre la mujer de Tarragona ha acordado en un auto orden de prisión provisional comunicada y sin fianza para el vecino de Salou detenido a última hora del sábado por la muerte de su pareja en la vivienda que compartían en la calle Tortosa. Un drama. Otro más. El Ayuntamiento de Salou reunió ayer a un centenar de personas para despedir con un minuto de silencio a Trudy, de 76 años. Miembro del Grup de Dones y del Grup Anem a Caminar, muchas de sus compañeras se despidieron de ella entre lágrimas. Porque es así de crudo. De repente, la vida de Trudy se vio truncada. Sin sueños. Sin nada. Se esfumó. Y lo hizo con tal crueldad que no hay palabras que puedan explicarlo. Nada de nada. Minutos de silencio también en Tarragona, en Reus y en tantas otras ciudades. Porque el grito suena al unísono. Basta. Cortar esta cadena de muertes y de enorme sufrimiento es un desafío enorme. Pero no solo un desafío. Es una responsabilidad que apela al conjunto de la sociedad. Y especialmente, a la administración. Debe haber mecanismos de respuesta para proteger a las víctimas.

La vida de Trudy se esfumó de repente y con crueldad. Ni una más. Hay que pararlo. Hay que cortar esta cadena de muertes

Tiene que haber también una educación que impida que existan agresores. La justicia debe ser dura con el agresor. Y hace falta una red de apoyo a las mujeres supervivientes que se arman de valor para alzar la voz y denunciar el infierno que viven. Algunas de ellas lo explicaban a este periódico hace apenas unos meses. Explicaron su lucha contra el terror. Pero el valor de su relato no debería quedarse ahí. Debería servir de pedagogía activa, para que todas las que, como ellas, sufren en silencio los golpes y los insultos se atrevan, por sí mismas o ayudadas por amigos o familiares, a tomar conciencia de su situación, se armen de valor y den la voz de alarma para que puedan ser ayudadas. Como sociedad, debemos ser fuertes. Por Trudy. Por su gente. Y por tantas otras que la han precedido. Ni una más.

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