Cuesta entender esa resistencia a introducir las mejoras pertinentes en la ley del ‘solo sí es sí’. Y es que mientras las denuncias de agresiones sexuales se disparan, al menos 180 violadores han visto reducida su condena y una veintena ha quedado en libertad al beneficiarse de la rebaja de penas prevista en algunos supuestos.
Esos indeseados efectos de uno de los proyectos de la legislatura, que han suscitado una lógica alarma social y una gran polvareda política, irán a más a medida que los tribunales revisen más sentencias.
Así lo confirmó ayer una voz tan poco sospechosa de ir contra el Gobierno como la de la exmagistrada y exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena, quien considera que la reforma de la ley fue hecha con «poca inteligencia» y que en la decisión de no modificarla hay «una actitud de soberbia infantil».
Rectificar no solo es de sabios, sino que, al menos en este caso, es también una necesidad y un acto de justicia
La exjueza aclara que «es incuestionable que si hay una ley posterior que favorece al condenado hay que aplicarla», por lo que exculpa a los jueces de las rebajas de penas. Este panorama hace necesaria la urgente reforma de la ley para taponar sus grietas, que favorecerán a más delincuentes mientras no sean corregidas con rigor jurídico.
No se entiende muy bien a qué espera el Ejecutivo para afinar la redacción de una norma cuyo objetivo primordial es tan loable como una defensa más efectiva de los derechos de las mujeres, lo que se contradice con las consecuencias prácticas de su aplicación.
El empecinamiento del Ministerio de Igualdad en mantener el actual articulado y en negar cualquier fallo no puede prevalecer sobre la incontestable realidad de que ha beneficiado a decenas de violadores. Dejar pasar el tiempo a la espera de un improbable cambio de criterio de los tribunales solo engrosará esa lista y causará un daño adicional a las víctimas.
Rectificar no solo es de sabios, sino que, al menos en este caso, es también una necesidad y un acto de justicia.
