Donald Trump mira a Groenlandia, Panamá y Canadá, como Vladimir Putin ponía sus ojos en Crimea y Xi Jinping en Taiwán. El trumpismo es sólo una variante del transaccionalismo, que es el leitmotiv de este nuevo desorden. Las democracias liberales, especialmente las de Europa, necesitan despertar y oler la pólvora. Rusia y China son hoy grandes potencias revisionistas que aspiran a cambiar o derrocar el orden existente, mientras que potencias intermedias como Turquía, Brasil y Sudáfrica están felices de jugar con todos los bandos.
La mayoría de los europeos nos comportamos como si todavía viviéramos en tiempos de paz de finales del siglo XX, pero el mundo que nos rodea se parece cada vez más a la Europa de finales del siglo XIX, con grandes potencias e imperios en feroz competencia, porque el escenario geopolítico es ahora planetario y la mayoría de los actores son estados no occidentales. Es probable que los Estados Unidos de Trump se comporten más como esas otras grandes potencias transaccionales que como, por ejemplo, Alemania o Suecia.
Muchas personas en el mundo fuera de Europa dan la bienvenida a la llegada de Trump, diciendo que será buena para su país, para la paz mundial y, específicamente, para lograr la paz en Ucrania y Oriente Medio. Las mayorías creen todas estas cosas en la India y Arabia Saudita, en China, Brasil, Sudáfrica y Rusia. De hecho, Europa y Corea del Sur (que, como Europa, depende de Estados Unidos para su seguridad) son casi los únicos preocupados por el impacto de Trump. Muchos países, incluidos China, India y Turquía, siguen considerando a la Rusia de Putin como un socio internacional completamente aceptable, a pesar del hecho de que está librando una brutal guerra neocolonial contra Ucrania. También dicen que creen que Rusia tendrá más influencia global en la próxima década. Las declaraciones prematuras y complacientes de los líderes occidentales sobre la “derrota estratégica” de Rusia en Ucrania son endogámicas. No es así como lo ve el resto del mundo. El 20 de enero de 2026, pasado mañana, deberemos empezar a levantar el velo de los ojos, mirar al mundo cómo es y no cómo nos gustaría que fuera. Salir, jugar y ganar. Y dejar de ser condescencientes y mirar hacia otro lado como hasta ahora.