El peligro de la excesiva polarización política

12 noviembre 2023 21:14 | Actualizado a 13 noviembre 2023 14:00
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La investidura de Pedro Sánchez saldrá al final adelante gracias a la mayoría de partidos de izquierda, nacionalista e independentistas en medio de una grave crisis y de un ruido estrepitoso que impide distinguir las voces de los ecos de los que hablara Antonio Machado.

El respaldo final de los regionalistas canarios introduce una cuña de transversalidad que no debe despreciarse. Pero resulta obvio que la clave que hace posible el acuerdo va a ser la nueva ley de amnistía, una iniciativa que ha suscitado una enorme controversia social y política y un choque que no tiene precedentes y que exige un ejercicio colectivo de responsabilidad para parar una deriva perniciosa.

Seguimos sometidos a una hiperventilación permanente que desfigura el debate y lo convierte en un duro intercambio de brochazos gruesos en los que gana la simplificación y el maniqueísmo. La tormenta perfecta que sirve a los extremistas.

Seguimos sometidos a una hiperventilación permanente que convierte el debate en un duro intercambio de brochazos gruesos






La polarización política en España ha entrado en una deriva muy peligrosa que alguien debería parar. El derecho a la movilización y a la manifestación es un ejercicio natural y legítimo en una sociedad democrática. El PP, como principal partido de la oposición, está en su perfecto derecho en convocar manifestaciones legales y ordenadas en contra de la ley de amnistía, como la que reunió ayer a un millar de personas en Tarragona.

Pero una cosa es esta expresión natural de protesta democrática y otra la exhibición ultra que una parte de los manifestantes de los últimos días están mostrando. La ultraderecha trumpista se envalentona.

Es una baza política que Pedro Sánchez va a saber aprovechar. Alimentar el discurso de que España entra en una dictadura por la puerta de atrás, como ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, además de ser una falacia, es una deriva que proporciona un caldo de cultivo perverso y que recuerda los peores episodios de radicalización retórica de la historia de España.

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