Las dos recientes subidas de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo –y las próximas que ya se avizoran en un horizonte no muy lejano– han sumido a las familias en un estado de gran preocupación. Sobre todo, a las que tienen que hacer frente a un préstamo hipotecario. Y es que la mencionada subida de tipos ya ha ocasionado un encarecimiento de más de 120 euros en la cuota mensual de una hipoteca media. En esta situación no es de extrañar que los ciudadanos estén mirando qué hacen para poder pagar menos.
De esta forma, las cancelaciones de hipotecas se han disparado en Tarragona, en gran parte por los ahorros que algunas familias pudieron reunir en los años de restricciones por la pandemia, cuando no se podía salir de casa ni hacer turismo. Otros han apostado por cambiar su hipoteca de tipo variable por uno fijo, lo que les da la tranquilidad de saber cuánto van a pagar cada mes y estar, por tanto, más allá de los vaivenes de los mercados.
También hay quien ha trasladado su hipoteca a otro banco en busca de mejores condiciones. Y es que este nuevo varapalo a las finanzas de las familias llega en unos momentos en que la inflación está desbocada, con unos precios de la energía por las nubes y unos productos básicos que se están tornando en inasequibles para una buena parte de la población. Y es que mientras empresas y comerciantes repercuten al menos una mínima parte –aun así, insuficiente– de los gastos extraordinarios que les ha ocasionado el encarecimiento de la energía y las materias primas, los salarios no han subido en la misma proporción.
Esto hace que haya muchas familias que no es que no puedan cancelar su hipoteca, sino que ni siquiera podrán afrontar las próximas cuotas, lo que amenaza con extender la morosidad. Harán falta medidas para no agravar las desigualdades y evitar que los impagos y los desahucios vuelvan a la primera página. Fomentar el empleo puede ser la primera y más eficaz.