El apagón nuclear pone en jaque nuestro futuro

24 septiembre 2024 20:55 | Actualizado a 25 septiembre 2024 07:00
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El Diari viene contando estos últimos meses cuál es la situación de las energías renovables vis a vis con las necesidades de futuro para nuestro territorio y su desarrollo económico. El 2030, 2032, 2035 son las fechas que ayer se grabaron en mármol. El último acto de Teresa Ribera como Ministra de Transición ecológica fue la aprobación del apagón nuclear en España. En este período deberían cerrarse los tres reactores nucleares de nuestra provincia: Vandellòs, Ascó I y Ascó II. Son los mismos tres reactores que necesita el polo petroquímico de Tarragona para descarbonizarse, tal y como exige la Unión Europea. Este es sólo un detalle, de los más importantes, pero no el único. Con la decisión política de cerrar las centrales nucleares, la energía que producen deberá ser sustituida con otras fuentes que no emitan CO2. Estas otras fuentes son las conocidas como renovables, de las cuales las dos principales son la energía eólica y la fotovoltaica. Hoy en Catalunya hay proyectos de renovables equivalentes a la energía que generarían 2,5 reactores nucleares que esperan en un limbo administrativo que genera inseguridad, poca capacidad de proyección, fuga de inversiones, talento y tecnología propia (catalana y tarraconense) a otras comunidades autónomas que no tienen ningún impedimento a la hora de impulsar este tipo de proyectos. Principalmente a nuestros vecinos aragoneses, que ven con estupor y alegría cómo somos capaces de trasladar nuestra soberanía energética a sus manos, mientras aquí continuamos debatiendo sobre el sexo de los ángeles. Esperamos que la llegada del Govern de Salvador Illa cambie la dinámica. Porque con las nucleares fuera del cuadro y las perspectivas de consumo eléctrico disparadas, tenemos por delante un futuro mucho más complicado de lo que ya sabíamos. El polo petroquímico de Tarragona es un ejemplo europeo en la toma de medidas de seguridad y sostenibilidad. Adopta muchas más de las que la ley le exige. Somos un modelo a seguir. Pero nos guste o no, necesitan energía para continuar existiendo. Esta decisión es un jaque en toda regla. Porque los números no salen. Si cerramos las nucleares y no avanazamos decididamente en el campo de las renovables, ya podemos empezar a despedirnos del polo económico fundamental para Tarragona.

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