La lluvia es un fenómeno caprichoso que nunca suele ir a gusto de todos. La esperamos con ansia y cuando cae, nunca cae en el calendario adecuado ni en la cantidad necesaria. Inundaciones en toda la Costa Daurada, cortes de suministro eléctrico en Riudoms, averías de Adif en Sant Vicenç de Calders (tampoco es novedad, pero no hay ocasión que no aprovechen para averiarse). Lluvias en las Terres de l’Ebre, lluvias en el Baix Camp y en el Tarragonès. Agua, mucha agua y esta vez la lluvia nos ha tocado en plenas fiestas de Santa Tecla en Tarragona y de la Misericòrida en Reus. Las dos ciudades –hermanadas por el temor– miran el cielo con la misma pregunta y la misma preocupación: ¿lloverá?
De momento, alguno de los actos ha tenido que ser suspendido, pero la esperanza es lo último que se pierde y hoy en Tarragona el Seguici saldrá a la calle y ayer l’Àliga, la Mulassa, el Lleó, los Gegants Vells y otros símbolos de la tradición centenaria, pero también algo gamberra de Tarragona, bajaron los trece escalones de la Catedral en medio de una euforia que es imposible de describir. Miles de personas formaron ayer una sola entidad: la fiesta. Y todo salió bien, al menos al cierre de esta edición. Se felicita a los organizadores, a los responsables y a todos los que acompañaron al bestiari en su danza más pagana. Un bestiari que hoy desplegamos gracias a la colaboración de una experta en folklore, Òria Valls, que nos explica el lenguaje simbólico de cada elemento. Un documento precioso y necesario que esperamos ustedes disfruten tanto como nosotros hemos disfrutado al hacerlo.
Pero el Diari de hoy tiene una mayor importancia por dos noticias. Dos noticias que son de esas que te reconcilian con la humanidad. La aprobación de la ley ELA, y la conversación que nuestra periodista Carla Pomerol pudo tener al fin con la familia de Kevin, el turista alemán que murió ahogado intentando salvar a un joven hace unos meses en Tarragona. Los enfermos de ELA necesitaban de un apoyo legislativo para que a la enfermedad no se le añada la desidia administrativa. En el caso de Kevin, es un deber de memoria que la ciudad de Tarragona tiene con él. Que su monumento improvisado esté en el abandono es una mala noticia. Desde aquí solicitamos que se le reconozca y que se le recuerde como se merece.