Combatir el edadismo en el mundo laboral

15 febrero 2024 19:25 | Actualizado a 16 febrero 2024 14:00
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El mercado laboral español tiene un problema grave con los parados mayores de 45 años, porque estas personas tienen más dificultades para encontrar empleo que otras más jóvenes, y su situación puede cronificarse. Tanto, que cada vez son más los que se ven abocados a la tesitura de empalmar el subsidio que reciben los mayores de 52 años que han agotado la prestación de desempleo con la jubilación. En una sociedad que avanza hacia el envejecimiento de la población, es un contrasentido expulsar a los mayores del sistema laboral, tanto por la pérdida que supone de fuerza productiva y experiencia como de ingresos a las arcas públicas. Se trata de una discriminación por edad que, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), se está convirtiendo en un factor de exclusión comparable al racismo o al sexismo.

Hace falta un cambio de mentalidad para que la veteranía y la experiencia sean vistas como un valor, y no como un lastre

A medida que se consolida la cultura del rendimiento, que entroniza la productividad como clave en la valoración de las personas, más ciudadanos se ven privados de poder realizar trabajos y actividades para los que están capacitados. Que a partir de los 50 años sea mucho más difícil encontrar trabajo es una manifestación clara de edadismo y significa que esa discriminación se ha normalizado en el mundo laboral Así, los mayores que buscan activamente empleo se encuentran ante un panorama complicado. La dificultad para reengancharse les aboca al paro de larga duración, una situación que a menudo les sume también en una angustia vital que deriva en depresión. Porque la discriminación por edad afecta al conjunto de la sociedad, pues impide aprovechar la energía y la creatividad de los excluidos, pero también a la salud física y mental de los afectados. Buena parte de la solución pasa, según los expertos y los sindicatos, por mejorar la formación de estas personas y prepararlas para los trabajos que se necesitan, pero hace falta, sobre todo, un cambio de mentalidad para que la veteranía y la experiencia sean consideradas como un valor, y no como un lastre.

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