Las tragedias en nuestros mares no cesan. Cada día siguen muriendo personas en su intento de alcanzar el sueño europeo, sin saber que la tan anhelada Europa, más que un sueño, es una pesadilla. Las noticias que nos hablan de muerte se suceden sin apenas merecer ya un espacio en los medios, de tantas y tan seguidas que son. Y, sin embargo, ¿cómo podemos normalizar tanta desgracia, tanta inhumanidad? Sin ir más lejos, hace apenas un mes un avión de Salvamento Marítimo avistó una barca a 150 kilómetros al sur de Gran Canaria, mientras buscaba otra patera. En aquel bote hallaron los cadáveres de 15 subsaharianos, que, según demostró la autopsia, fallecieron de hambre y de sed tras quedarse a la deriva en el océano. «Eran saquitos de huesos, nada más», dijo la portavoz del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas. El mismo día que sus cuerpos llegaban al puerto de Arinaga se descubría a 203 kilómetros de Gran Canaria otro cayuco casi en la misma situación. A bordo había en ese momento 16 hombres. Cuatro de ellos estaban ya muertos y un quinto falleció cuando lo evacuaba un helicóptero junto con un compañero. También murieron de hambre y de sed. Veinte fallecidos en solo dos días. Mientras esto sucede, los jefes de los diferentes gobiernos discuten en el seno de la Unión Europea sin alcanzar una política común y mucho menos una solución al grave problema de la inmigración. ¿Qué nos está pasando para que permanezcamos impasibles y tan insensibles a un drama de proporciones tan grandes? ¿Será que nos estamos deshumanizando?
Deshumanizados
Cada día siguen muriendo personas en su intento de alcanzar el sueño europeo, sin saber que la tan anhelada Europa, más que un sueño, es una pesadilla
26 septiembre 2020 10:00 |
Actualizado a 26 septiembre 2020 10:23
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