Emocionarse con el teatro gestual y el movimiento de los cuerpos es cosa del Festival COS, una cita fetiche dentro de la programación de artes escénicas que Reus propone en su lista de deseos anual. La propuesta permite que el olor y el ruido de las calles se fundan con los artistas, que adaptan sus shows a un formato creativo y educativo. En eso, el certamen cursa en las escuelas, se compromete al máximo con los centros de formación, incluso con la educación especial.
El COS es compartir creatividad, sensaciones y colores. Existe en él un sentimiento de comunidad indiscutible, ya que programa espectáculos para todos los públicos, en los que, familias enteras conviven, sonríen y se exaltan con las habilidades interpretativas de los protagonistas.
Para la ciudad, el COS significa conquistar la calle, un lugar en el que los gestos, las sonrisas y los suspiros toman un significado esencial. En la magnitud de los teatros (Bartrina y Fortuny) los silencios hablan, no hace falta que los y las artistas pronuncien una sola palabra para comunicarse. Y es que, entre otras cosas, el COS ejerce como medio sustancial de comunicación. Una docena de espectáculos decoran un fin de semana de lenguajes diversos y de creación contemporánea. Entre ellos, la sensibilidad por la danza de Marc Jubete en una Plaça Mercadal asombrada a sus pies o el homenaje al Tricicle de la Cia Clownic, en ese marco incomparable del Teatre Fortuny, el templo de la cultura reusense.
