Componentes de automoción, packaging, menaje del hogar y mobiliario urbano fabricados con materiales a base de cascarilla de arroz, harinas funcionales a partir del salvado de arroz o nuevas semillas con variedades de arroz resistentes a la salinidad. La Càmara Arrossera del Montsià, cooperativa agrícola con sede en Amposta que remonta sus orígenes al año 1927, está a punto de celebrar su centenario con la salida al mercado de una batería de innovaciones que buscan dar un salto en la cadena de valor del arroz.
Desde ‘Montsià Innova’, la estructura dedicada a la I+D+i en esta cooperativa que agrupa a unos 2.500 socios cooperativistas con unas 7.000 hectáreas de arrozales en explotación en el Delta de l’Ebre y una facturación anual de 38,5 millones de euros, hace años que trabajan en la misma dirección: dotar de valor añadido a los subproductos del arroz (que en Montsià prefieren llamar ‘coproductos’), acercando a la vez el sector primario al industrial.
Más valor a la cascarilla de arroz
«Somos una cooperativa atípica: siempre destinamos dinero a la I+D+i», explica Marcel Matamoros, presidente de la Càmara Arrossera del Montsià. En el caso del proyecto Oryzite, iniciado a mediados de la década del 2000 y orientado a la valorización de la cascarilla del arroz como materia prima sustitutiva de los plásticos, la implicación de esta cooperativa ha sido en forma de asociación, invirtiendo en un proyecto emprendedor externo que decidieron acompañar e incubar en sus instalaciones de Amposta hasta la fase de salida al mercado.
Oryzite producirá en breve materiales sustitutivos del plástico con cascarilla de arrozCon 14 millones de kilos de cascarilla de arroz al año (de los entre 60 y 70 millones de kilos de arroz que comercializan anualmente), la Càmara Arrossera del Montsià tiene con este subproducto mucho camino por recorrer. Desarrollar la tecnología que hace posible convertir la cascarilla de arroz en una materia prima que se puede incorporar en todo tipo de compuestos termoplásticos (en proporciones que pueden llegar a superar el 60% del compuesto) ha centrado hasta ahora los esfuerzos. En breve empieza la fase de producción, que requerirá de nuevas inversiones industriales.
Aunque con la maquinaria disponible actualmente en Amposta (uno de los dos emplazamientos, junto a Sant Jaume d’Enveja, donde esta cooperativa tiene sus instalaciones) pueden empezar ya a fabricar y suministrar su producto (que comercializan en formato polvo y gránulo) a las industrias que quieran utilizarlo como materia prima, alcanzar una capacidad de producción en la que puedan dar salida a esos 14 millones de cascarilla necesitará una mayor inversión.
Con esta idea, confían en que a mediados de 2022 tendrán listas unas nuevas líneas de producción en las instalaciones de Amposta, con una inversión que todavía no ha sido cuantificada, y que se completaría, muy probablemente, con el traslado a las instalaciones de Sant Jaume d’Enveja de su sección de semillas.
Semillas adaptadas a la salinidad
Es precisamente el desarrollo de semillas y nuevas variedades la siguiente área en la que próximamente la Càmara Arrossera del Montsià se consolidará como un referente en su sector. Esta cooperativa lleva cinco años trabajando en el proyecto europeo ‘New Rice’, orientado a descubrir semillas de arroz resistentes a la salinidad, junto a socios de Francia, Italia, Escocia, Argentina y China.
Después de dos años en los que ya han estado llevando a cabo pruebas en sus propios campos, la Càmara Arrossera del Montsià se encuentra ahora en plena fase de registro de dos nuevas variedades de arroz resistente a la salinidad, que según relata Marcel Matamoros «toleran entre dos y tres veces la salinidad que puede soportar una variedad habitual». Confían en empezar su plantación a escala comercial el año que viene, y anticipan una buena aceptación entre los productores.
Nuevas semillas de arroz resistentes a la salinidad ayudarán a combatir el caracol manzanaLa razón de fondo es el notable incremento de la técnica de siembra de arroz en seco, que busca retrasar al máximo la inundación de los campos para evitar que sean vulnerables a plagas como la del caracol manzana, que solo vive en medios acuáticos. Inundar el campo más tarde permite que las plantas hayan crecido algo más cuando entran en contacto con esta especie invasora (con menos de tres centímetros, las plantas son muy vulnerables), mejorando así sus posibilidades de supervivencia.
La contrapartida es que, sin agua, estas plantas tienen que desarrollarse en suelos mucho más salinos, con lo cual su supervivencia se ve también en este caso amenazada. Las nuevas semillas resistentes a la salinidad buscan resolver ese desafío.
Harinas funcionales
La tercera gran línea de innovación que prevé sacar en breve al mercado esta cooperativa es una nueva área de negocio centrada en las harinas funcionales, aprovechando para ello el salvado de arroz, el subproducto que queda después de descascarillar el arroz y quitarle la ‘piel’ oscura que hay entre la cascarilla y el grano.
Si bien hay un segmento de mercado que consume arroz integral (con el grano de arroz con su cobertura oscura natural intacta), la demanda mayoritaria del mercado es la de arroz blanco, ya ‘pelado’. Esa cobertura, muy rica en nutrientes, se oxida rápidamente tras su separación del grano de arroz, con lo cual hasta ahora se destinaba a la elaboración de piensos animales. Una nueva tecnología desarrollada por ‘Montsià Innova’ permitirá preservar esos nutrientes y elaborar con ese salvado de arroz harinas funcionales con notables propiedades nutricionales.
Cerca de un siglo de historia en el Delta de l'Ebre
- Amposta, 1927
- Marca Montsià
- Arròs del Delta de l’Ebre
- Fusión con Sant Jaume