La obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios cerrados llegó a su fin esta semana, con algunas excepciones en el ámbito del transporte colectivo o sanitario. Con el fin de la mascarilla, y tras dos años de pandemia, algunas convenciones sociales que implicaban contacto físico se recuperan en el ámbito profesional, aunque en ocasiones modificadas o cuestionadas. Es el caso del saludo con dos besos«Que no vuelvan los dos besos en el entorno laboral, por favor». Con variantes, esta petición está haciendo fortuna estos días en redes sociales y conversaciones informales, donde la propuesta de poner fin a la convención social de saludar con dos besos a las mujeres gana defensores. Por lo menos, en el ámbito profesional.
Tras dos años de pandemia y con el fin de la obligatoriedad de las mascarillas en espacios cerrados, ¿hasta qué punto esta tendencia puede ser cada vez más mayoritaria? ¿Estamos ante el principio del fin de los dos besos en el mundo de la empresa? ¿Veremos surgir nuevas convenciones sociales?
El abrazo sostenido, libre de sesgo de género, emerge con fuerzaCristina Salvador, fundadora de Both People & Comms y miembro de la Comissió Consultiva de la Fundació Factor Humà, reflexiona sobre ello: «Está claro que la pandemia nos da la oportunidad de replantear códigos muy históricos. Con 21 días ya creas un hábito y, tras dos años de pandemia, en un contexto laboral, mucha gente se plantea ahora si una interacción tan íntima como la de dar dos besos es necesaria».
Las razones para ello son fundamentalmente dos, en opinión de esta experta: «La globalización y el empoderamiento de la mujer». El primer concepto está vinculado a que «en la mayoría de países del mundo no se dan dos besos para saludar». Ante la creciente diversidad de culturas en las organizaciones, es lógico que más profesionales se planteen hoy «trabajar con una convención que sea más global y con la que todo el mundo se sienta cómodo». Esa convención es hoy el apretón de manos, del que podemos encontrar ejemplos que se remontan a milenios.
La segunda razón que, según el análisis de Cristina Salvador, presagia el retroceso del saludo con dos besos es que «es un saludo que se hace solo a la mujer, cuando ahora cada vez más se está intentando que no haya sesgo de género. En un contexto en el que se pide que haya una equiparación, es lógico que haya muchas personas que digan ‘vamos a erradicar el saludo de género’».
Esfera personal
La tentación, por parte de las organizaciones, de protocolizar los saludos para intentar erradicar ese sesgo de género, sin embargo, entra aquí en colisión con la esfera personal de cada uno. En este punto, Cristina Salvador desaconseja esa protocolización, lo que no significa dejar de prestar atención.
«Hemos de ser muy respetuosos -explica esta consultora en personas y comunicación- con la opinión de cada uno, y el saludo personal no debe protocolizarse por parte de la empresa. Lo que tendremos que hacer es respetar».
«Esta semana -ilustra- hemos eliminado las mascarillas, y ahora su uso queda a discreción de cada una de las empresas, donde conviven edades y riesgos diferentes». Sobre este punto, Cristina Salvador observa que «una persona que pertenece a un colectivo de riesgo, como puede ser un diabético, que lo vivía de forma anónima, ahora puede tener la necesidad de pedir distancia o marcar la diferencia llevando la mascarilla. Por eso en la empresa hay un trabajo importante a hacer de conversación, de empatía, de no juzgar ni etiquetar. En definitiva, de respetar».
«Cada vez más, dar la mano a una mujer será visto como un gesto de respeto»En estas etiquetas y juicios entran códigos como el del apretón de manos, revisado también ahora. La manera de estrechar la mano, por ejemplo, ha sido a menudo un elemento importante en procesos de selección, donde la dualidad del saludo de género (besos en las mujeres, apretones de mano en los hombres) llevaba implícita también la expectativa de cumplir con determinados cánones por parte de esos hombres, con el extremo caricaturesco en los célebres apretones de ‘macho alfa’ perpetrados por Donald Trump.
Cristina Salvador, Fundació Factor Humà
«Si antes en un proceso de selección había la necesidad de ver la fortaleza de una persona y, en ese apretón de manos, ver su asertividad, ahora quizás lo que necesitas es a alguien con más capacidad de escucha, y la fuerza de un apretón de manos no es un indicador», razona Cristina Salvador. «Hay otras maneras -prosigue- de analizar a una persona, más allá del apretón de manos. Ahora, con el fin de las mascarillas, volveremos a la comunicación no verbal y a la gestualidad, la conversación, la actitud...».
«La cuestión -añade- de si volveremos al apretón de manos o mantendremos la distancia física es que, en el entorno laboral, nada volverá exactamente igual. Creo que prevaldrá no dar por hecho un apretón de manos o dos besos, y habrá una tendencia a no tanto contacto físico. En el entorno laboral, marcaremos las relaciones en función del grado de relación. En todo caso, el apretón de manos para mí es lo de menos: lo que se pone en duda son los dos besos».
«Cuando no conoces a la otra persona -augura-, habrá un saludo más global y no binario, desde el respeto y la pregunta, de no dar por hecho los dos besos, que deben quedar en el ámbito de la intimidad personal o laboral. Hay un movimiento importante de mujeres que piden que se deje de hacer, y yo no lo recomendaría en una primera interacción. Cada vez más, dar la mano a una mujer será visto como un gesto de respeto».