El día 22 de junio quedará como una jornada negra para los aficionados del Nàstic, que sufrió un mal arbitraje en Málaga y otro catastrófico en la vuelta. Como cualquier aficionado grana tuve una gran decepción, porque nuestro equipo se merecía el ascenso.
Pero además de la vertiente emocional, existe un componente económico que arrastra el deporte (y el fútbol en particular). Además de su propio crecimiento hay un impacto indirecto muy relevante. Un estudio reciente de la consultora KPMG, con datos de la temporada 2021/2022, muestra que el fútbol profesional español generó unos 18.350 millones de euros, es decir, aproximadamente un 1,44% del PIB (en el 2013 era del 0,75%). El desglose (en millones) fue de 8.315 de gasto directo, 7.057 indirecto y 2.977 de inducido.
Estas cifras demuestran el beneficio económico colateral al propio de los clubes de fútbol, que beneficia a sectores como la construcción, la restauración, la ropa deportiva, la hostelería, las agencias de viajes, las actividades culturales, los medios de comunicación, las apuestas deportivas, la publicidad etc.
La contribución de los aficionados al epígrafe del impacto directo fue del 78%, unos 6.500 millones de euros. El gasto medio del aficionado visitante en hostelería y transporte representa unas doce veces la media del local. El estudio lo sitúa respectivamente en 219 y 19 euros por persona en Primera División (LaLiga EA Sports) y de 192 y 16 euros en Segunda (LaLiga Hypermotion).
A nivel fiscal el fútbol profesional permitió ingresar casi 8.400 millones de euros, siendo los principales capítulos el IVA (unos 3.000 millones) y los Impuestos de Sociedades y de la Renta, con algo más de 1.750 millones cada uno. En términos de empleo el total generado fue de casi 195.000 trabajadores, repartidos casi a partes iguales entre los directos, los indirectos y los inducidos.
Dejando los grandes números, tenemos claros ejemplos de su incidencia en la economía de un territorio. En el caso de los derechos televisivos, ascender de 1ª Federación a LaLiga Hypermotion supone para el club multiplicar los ingresos por más de 25 veces, al pasar de 200.000 euros anuales a más de 5 millones (no todos reciben la misma cantidad, ya que la mitad depende de méritos deportivos e implantación social).
En el caso de Girona (104.000 habitantes, 34.000 menos que Tarragona) la coincidencia en 2022 de sus equipos de fútbol y baloncesto en las divisiones de honor supuso un impacto económico de unos 40 millones en la ciudad, según cálculos de su Cámara de Comercio. Una cifra similar fue la que se generó en Granada tras el ascenso a Primera en 2023.
Si añadimos la importancia del turismo deportivo en general (profesional o amateur) se ve que el deporte aporta algo más que salud e ilusión: ¡genera riqueza! Sin ir más lejos las competiciones celebradas a fin de junio en Tarragona han dejado 1,5 millones.
Recapitulando, además del disgusto, los tarraconenses hemos de renunciar en 2025 a un empujón económico nada desdeñable. Imaginen el gasto (de un día o de un fin de semana, en función de la procedencia) de los aficionados de ciudades como Zaragoza, La Coruña, Castellón, Oviedo, Málaga, Cádiz, Huesca, Granada, Santander etc. Siempre hay perfiles interesantes en las aficiones visitantes, que pueden volver de vacaciones o escapada con sus familias. El partido es un escaparate comercial muy relevante.
En fin, a nivel futbolístico habrá que seguir peleando para conseguir al ansiado ascenso... y su correspondiente premio económico. «Fins al final, força Gimnàstic!»
Miquel Àngel Fúster es presidente territorial en Tarragona del Col·legi d’Economistes de Catalunya