Tras conseguir unos niveles de visitantes y de ocupación de récord en la provincia de Tarragona el 2019, el sector turístico pasó del cielo al infierno con el estallido de la pandemia de la Covid-19 y las consiguientes restricciones durante los dos años posteriores. Ahora, después de una buena Semana Santa, los diferentes agentes coinciden en que la esperada normalidad parece haber llegado y todas las expectativas apuntan a que las cifras se acercarán bastante a las de 2019. No obstante, temen que algunas cuestiones como la inflación o la guerra en Ucrania frenen el ritmo actual.
En este sentido, el portavoz de la Federació Empresaria d’Hostaleria i Turisme de la provincia de Tarragona (FEHT), Xavier Guardià, explica que «en un año normal, entre Semana Santa y verano no parábamos, íbamos enganchando mercados hasta junio y julio, y actualmente está ocurriendo pero más lentamente, somos como un coche viejo que tiene que calentar motores para poder arrancar». De la misma forma, Joan Calvet, presidente de la Associació d’Apartaments Turístics de la Costa Daurada i Terres de l’Ebre, señala que «venimos de un 2020 desastroso, de un 2021 que fue duro, pero durante el que empezamos a levantar cabeza, y esperamos que este 2022 sea la consolidación de la recuperación», y añade que «si nos quedamos con cifras como las de 2017 o 2018, podemos estar más que satisfechos». De hecho, Calvet destaca que el 2019 fue un año que «lo rompió todo», pues en el caso de los apartamentos llegaron a los 700.000 visitantes y a las 2,6 millones de pernoctaciones. Unas cifras que cayeron en picado en el año de la pandemia, con 155.000 turistas y 660.000 pernoctaciones, las cuales aumentaron a 1,35 millones el 2021, con 321.000 visitantes.
En la misma línea, Mireia Sans, presidenta de la Associació de Campings de la Costa Daurada i Terres de l’Ebre, considera que la temporada «pinta bien» debido a la anticipación de las reservas del público catalán. «El cliente extranjero es muy previsor, y el local se está dando cuenta de que cuanto antes reserve, mejor», dice Sans, que añade que «los principales mercados están respondiendo bien y por el momento las previsiones son buenas». Asimismo, Juanjo Bel, presidente de la Associació de Turisme Rural de les Terres de l’Ebre, comenta que «tenemos ya bastantes reservas y van entrando otras nuevas cada día».
A pesar de las buenas sensaciones y de que, al parecer, la pandemia y los contagios ya no influirán tanto en la llegada de turistas, hay otras amenazas que preocupan a los empresarios del sector. Estas son, por un lado, la inflación y, por el otro, la guerra en Ucrania. Sobre el aumento de los precios, principalmente en la energía y los combustibles, Guardià es más bien optimista: «Lo cierto es que hay mucha demanda, y aunque el precio de la gasolina puede afectar al turismo de proximidad que viene en coche, creo que esto se verá contrarrestado por las ganas que tiene la gente de salir». En este sentido, señalaba que «nosotros porque vivimos aquí y estamos acostumbrados, pero un señor de Birmingham o de Dusseldorf, que lleva dos años sin ver prácticamente el sol, tiene unas ganas locas de venir». No obstante, reconocía que «a lo mejor al ser un poco más caro se está siete días en lugar de 10, pero no esperamos que la inflación tenga un impacto excesivo».
En este sentido, no es tan optimista Jaume Orteu, presidente de la Associació Hotelera de la Costa Daurada i Terres de l’Ebre, que lamenta que «la inflación nos afecta a todos y es un nuevo escenario que distorsionará la voluntad de viajar, es un problema añadido». Orteu, que ante las adversidades sigue esperando que «este verano sea el inicio de una nueva era», también está preocupado por la guerra en Ucrania, pues los hoteles eran los alojamientos predilectos de los turistas rusos y ucranianos. «Para nosotros eran dos mercados muy importantes en la zona y desafortunadamente, por la situación que están viviendo, no vendrán», comentaba el representante del empresariado hotelero.
Asimismo, Calvet asegura que se trata de unos viajeros muy importantes también para los apartamentos, «y este año nada, es la realidad del mercado». Otro agente económico que dispone de indicadores de cómo irá la temporada turística es la Associació d’Agències de Viatges Receptives de la Costa Daurada i Terres de l’Ebre, que se dedica a trabajar con touroperadores para prestar servicios de tierra a los visitantes, como pueden ser excursiones, actividades, recogida de clientes en aeropuerto, etc. En este sentido, su presidente, José Luís Túnez, asegura que «el mercado ruso era uno de los más potentes, sobre todo para los hoteles, y nos fallará, por lo que habrá que buscar alternativas para sustituirlo y será difícil».
Sobre esto, Túnez explica que para el sector de las agencias receptivas son claves los mercados que trabajan con touroperadores, y dice que este año serán el británico y el irlandés. Por ello, considera que se debe promocionar bien el destino e intentar atraer al turista belga y alemán. «El mercado francés o aquellos que vienen en coche o autocaravana también apuestan por nuestras agencias, porque al final se trata de gente inquieta que quiere conocer cosas, ver bodegas de vino del Priorat y visitar Montserrat, pero ciertamente no es un cliente tan rentable como lo era el ruso o como lo es el británico y el irlandés, que acaban contratando más servicios como el de transporte», comenta el representante de las agencias receptivas. Asimismo, y en relación al aumento de precios, considera, de la misma forma que Guardià, que si acaba afectando será en el tiempo de estancia: «Las crisis económicas pasan factura a los bolsillos de los visitantes, por lo que es probable que en lugar de estar siete días, estén cinco».
Por su parte, Bel, representante del turismo rural de les Terres de l’Ebre, es de los que piensa también que «la gente tiene ganas de salir, y el que pueda lo hará», y pese a reconocer que el aumento de precios afectará a los visitantes, no cree que éstos vengan menos días. «Pienso que intentarán reducir gastos, por lo que es probable que, por ejemplo, en lugar de contratar la media pensión vayan a comprar comida al supermercado y se cocinen ellos», vaticina Bel, que a pesar del aumento de costes que la inflación ha supuesto para los alojamientos ya avanza que «lo asumiremos los propietarios y no lo repercutiremos en los clientes».
Ante tanta incertidumbre, algunos agentes del sector turístico reconocen que la pandemia y la inflación también han venido acompañadas de oportunidades. De hecho, desde la llegada de la Covid-19 la sensación general fue que los turistas apostaban más por alojamientos como campings y casas rurales, e incluso apartamentos, que pese a ser cerrados no obligan a compartir espacios comunes con otros clientes como puede ocurrir en un hotel.
Así, Sans, presidenta de la asociación de campings, reconoce que «no podemos decir que la pandemia nos haya beneficiado, pero la verdad es que nos ha puesto en el punto de mira. Antes quizás no éramos una opción tan escogida para el público nacional, pero con la covid se han buscado mucho los espacios exteriores y nosotros, al estar muy integrados en la naturaleza, nos hemos convertido en un alojamiento muy apreciado». Asimismo, Sans también apunta que con la inflación muchos negocios se han dado cuenta de la necesidad de buscar alternativas energéticas –como la instalación de placas solares– «que les puedan ayudar a reducir las facturas tan elevadas que llegan». De la misma forma Bel reconoce también que, en cierta manera, «la pandemia ha beneficiado al turismo rural, pues ha predominado el poder alquilar un alojamiento en el que estés solo o tengas tu propio espacio». No obstante, y pese a esperar un gran verano, reconoce que durante los últimos años, además de aumentar la demanda por este tipo de turismo, «también ha aumentado mucho la oferta, antes éramos pocos y llenábamos fácilmente, mientras que ahora cuesta un poco más».
Vuelven los extranjeros
Noticias como que las compañías aéreas han puesto 1,05 millones de asientos a la venta para volar a Reus esta temporada de verano o que Aena ha confirmado un total de 33 rutas en el aeropuerto entre marzo y octubre son claros indicadores de que el turismo extranjero ha vuelto con fuerza. Y así lo confirman también los representantes del sector, que señalan no obstante que durante este verano todavía se mantendrán unas cifras importantes de visitantes de proximidad. En este sentido, Guardià calcula que la mitad de los turistas que vendrán a la provincia serán españoles, a la vez que destaca que incrementará en gran medida el irlandés. De la misma forma, Calvet destaca que «recuperaremos el mercado británico y ya están repuntando el holandés, el belga y el alemán». Por su parte, Orteu comenta que «la Costa Daurada es el destino europeo favorito para los británicos y los irlandeses», y señala que «el francés también es un gran cliente».
Cabe destacar que, como asegura Sans, los públicos son desiguales en cada zona de la provincia y en cada tipo de alojamiento. En este sentido, la presidenta de la asociación de campings afirma que «en Prades los clientes son totalmente locales, catalanes y españoles». Asimismo, el representante de las casas rurales de Terres de l’Ebre dice que «el extranjero para nosotros es residual, nos beneficiaremos de los turistas catalanes y españoles». Es un hecho también que los turistas centroeuropeos –holandeses, belgas, franceses y alemanes– suelen preferir alojarse en campings, mientras que los ingleses y irlandeses escogen hotel y apartamento.
Por contra, la Costa Daurada se quedará este año sin turistas rusos ni ucranianos por culpa de la guerra, e incluso hay quién vaticina que tampoco vendrán ni bielorrusos ni polacos, países cercanos al conflicto. Así, la cuestión es si se podrá, y cómo, suplir estas bajas con clientes de otros mercados y, por otro lado, saber cuándo se podrán recuperar estos públicos tan importantes para el territorio.