Año Nuevo, presupuesto familiar nuevo

Poner orden a las finanzas personales es un clásico en los buenos propósitos de enero. ¿Por dónde empezar?

15 enero 2024 13:29 | Actualizado a 15 enero 2024 14:36
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Arranca el calendario de un nuevo año y, con él, una serie de propósitos recurrentes: alimentarnos mejor, hacer ejercicio, formarnos, buscar tiempo para nuestras aficiones... y poner orden a las finanzas personales. La educación financiera sigue siendo una de las grandes carencias de nuestra sociedad, y la proliferación de programas para fomentar la alfabetización financiera, especialmente en edades tempranas, tiene todavía mucho recorrido.

En la última Encuesta Funcas sobre cultura financiera, relativa al recién terminado año 2023, más de un tercio de la población española (un 36%) de entre 18 y 64 años admitía «no saber lo necesario para tomar decisiones financieras adecuadas». El principal motivo para este desconocimiento, además, lo atribuían a la complejidad de la materia. Mientras que casi dos de cada tres encuestados afirmaba que «es un tema muy complicado», quienes aludían a la falta de tiempo o de interés eran minoritarios.

Un 70% de la población española no controla (6%) o controla de forma aproximada (64%) sus gastos mensuales, según Funcas

Que ese interés existe lo atestigua el hecho de que apenas un 6% de los encuestados afirmaba no controlar sus gastos mensuales, frente al 64% de quienes contestaron que los controlan «de forma aproximada» y el 30% de los que aseguraron controlarlos «de manera bastante estricta».

En esa zona gris de quienes controlan sus gastos «de forma aproximada» -en la que se sitúa claramente la mayoría de la población- es donde afloran las carencias. Algo más de la mitad (53%) de los encuestados que se sitúan en ese grupo afirma que desearía llevar un mayor control de su gestión. Una opinión que expresan con mayor frecuencia las mujeres (58%), en especial las menores de 40 años (65%). Un tercio de ellas (32%) reconoce no controlar más estrictamente sus gastos «porque no sabe cómo hacerlo», si bien la «pereza» (31%) y la «falta de tiempo» (26%) le siguen muy de cerca.

«Lo primero es sentarse a escribir los gastos y los ingreses, no tenerlo nunca en la cabeza, y hacerlo por meses»

Alfonso Fernández (Col·legi d’Economistes)

Las consecuencias de esta mala planificación financiera se evidencian cuando cuatro de cada diez encuestados (39%) comprueban con «mucha» o «bastante» frecuencia que, a final de mes, han gastado más de lo que disponían. Una situación de «no llegar a fin de mes» que afrontan con más frecuencia las mujeres (41%) que los hombres (36%), y también quienes cuentan entre 35 y 54 años (41-42%) y presumiblemente soportan más cargas familiares.

Para salir del paso en esos meses en los que el presupuesto ‘no llega’, la mayoría de ellos opta por recurrir antes a ahorros propios (59%) que a la tarjeta de crédito (28%) o a la solicitud de préstamos a personas cercanas (13%).

Por último, un 67% de los encuestados piensa que «solo se puede ahorrar cuando se dispone de unos ingresos altos». Un 22% coincide con esta afirmación «totalmente», y un 45% se muestra «bastante de acuerdo».

Hecha la fotografía, empiezan los buenos propósitos del año. ¿Por dónde empezar a poner orden a nuestras finanzas personales?

Un fondo de emergencia debería cubrir al menos tres meses de nuestros gastos básicos

Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los estudios de Economia i Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experta en educación financiera, destaca que «para poner orden a nuestras finanzas nunca es un mal momento, pero a principio de año es especialmente un buen momento, porque tenemos una visión global», aunque lamenta que «normalmente, mientras llegue a final de mes, la gente no hace nada [para controlar sus finanzas personales], pero hemos de saber qué hacemos con nuestro dinero».

Alfonso Fernández Pascual, vocal de la Comissió d’Economia Financera del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), destaca también que «es un momento especialmente bueno, porque cuando pensamos en un año, lo hacemos en un año natural». Dicho esto, «pienso que en general hacemos nuestros presupuestos personales, pero eso no significa que los hagamos bien. A veces lo hacemos de forma mental, o no lo hacemos por meses. No seguimos una ortodoxia completa, y yo también me incluyo en ello».

«Sabemos cuánto ingresamos, pero no en qué gastamos»

Elisabet Ruiz-Dotras (Universitat Oberta de Catalunya)

Sobre los motivos que conducen a esta realidad, atribuye una parte «a un poco de pereza, porque esto no es nunca agradable y desgasta, pero también a que falta un poco de conocimiento y consciencia».

«Lo primero -recomienda este economista- es escribirlo, no tenerlo nunca en la cabeza. Sentarse y empezar a escribir los gastos y los ingresos, y hacerlo por meses, porque hay meses irregulares. A medida que van pasando los meses, contemplar enero y febrero del próximo año, para tener siempre el presupuesto a doce meses vista. Es aplicar técnicas empresariales básicas a nuestra vida».

Jordi Martínez, director de educación financiera del Institut d’Estudis Financers (IEF), coincide en que el arranque del año «es un momento ideal para hacer un presupuesto que tendrá consecuencias positivas tanto en nuestra salud financiera como personal».

Un 53% de las personas que dicen controlar sus gastos ‘de forma aproximada’ querría llevar un mayor control de su gestión

«Me gusta hacer el símil -prosigue Jordi Martínez- con los gimnasios, donde podríamos encontrar hoy gente que estaba apuntada pero que no iba mucho o nada, y otros que no habían hecho nunca ejercicio. Con las finanzas personales, sucede lo mismo».

En su opinión, lo primero es «empezar por los ingresos, que es lo más sencillo: la nómina, una beca, el alquiler de una plaza de parking, depósitos bancarios... todo esto, habría que mensualizarlo. Después, se trata de pasar a los gastos, y separar los necesarios de los no necesarios, distinguiendo los recurrentes, como son el alquiler o la hipoteca, que son fijos, de los variables, como es el caso de la comida o los suministros».

«Cuando hacemos un presupuesto, es para generar superávit: que los gastos no superen los ingresos»

Jordi Martínez (Institut d’Estudis Financers)

«Además -prosigue Jordi Martínez-, para tener la foto más precisa, si somos capaces de mensualizar el seguro del coche, por ejemplo, cuando llegue la cuota anual no nos destrozará el presupuesto. Hay que mensualizar tanto los ingresos como los gastos».

Llegados a este punto, como con el gimnasio, también aquí hay unas pautas y rutinas. Una de las más conocidas es la que establece un 50% de nuestro presupuesto a los gastos obligatorios (hipoteca, alquiler) y necesarios (suministros, cesta de la compra), un 20% a ahorro y otro 30% a gastos discrecionales (ocio, bienes que no son de primera necesidad).

Elisabet Ruiz-Dotras, de la UOC, defiende que «deberíamos poder ahorrar un 20% de nuestros ingresos, pero si es menos, también estará bien. Lo importante es hacerlo de manera sistemática. Primero ahorro ese 20% y, después, con lo que nos quede, hacemos frente a los gastos que tenemos. Entonces es cuando seguramente bajaremos en nuestros gastos personales y de ocio, que es donde hemos de poner orden».

Planificar a doce meses vista es la base para tener una finanzas personales saludables

«Hacer este proceso de reflexión -prosigue- es tomar consciencia. Porque sabemos cuánto ingresamos, pero no en qué gastamos. Poca gente se descarga el listado de gastos del banco para ver dónde ha ido a parar su dinero».

Alfonso Fernández Pascual, del Col·legi d’Economistes de Catalunya, opina que esos porcentajes «dependen mucho de la realidad de las familias» y que «lo que hay que hacer es adaptar el presupuesto a mi situación particular: por ejemplo, si tengo una renta muy pequeña, pues un 90% lo tendré que destinar a mi consumo; yo huiría de las reglas genéricas».

El fondo de emergencia

En opinión de Jordi Martínez, del IEF, «la regla ‘50, 30, 20’ muchas veces es complicada. Cuando hacemos un presupuesto, es para generar superávit. Es decir, que los gastos no superen los ingresos. Y no hablamos de ahorro, porque yo siempre pongo el ahorro como un gasto fijo, para construir un fondo de emergencia por si se me estropea la lavadora».

«Las vacaciones, emocionalmente pueden marcar una diferencia: por eso te has de planificar»

Patricia Carreras (EFPA)

En esas pautas de finanzas saludables, el fondo de emergencia es básico y previo a cualquier otra meta. ¿Cuánto dinero deberíamos tener apartado, de manera accesible e inmediata (cuentas a la vista, depósitos cancelables) para hacer frente a esos imprevistos? «Los expertos -responde Jordi Martínez- suelen hablar de entre tres y seis meses de los gastos necesarios, con dos objetivos: hacer frente a imprevistos, como la lavadora o la caldera, y temas más graves, como quedarte sin trabajo o tener que reducir la jornada para cuidar a un familiar enfermo».

Elisabet Ruiz-Dotras, de la UOC, recomienda que para ese fondo de emergencia, «del 20% que dedicamos a ahorro, la mitad vaya a él y la otra mitad se invierta a largo plazo». Con el resto de los ingresos, esta experta en educación financiera sostiene que, cubiertas las necesidades básicas, que hoy sitúa en algo más de ese 50%, «el resto me lo puedo gastar como quiera, pero sabiendo que solo tienes eso, y siempre habiendo construido antes un fondo de emergencia de entre tres y seis meses para tus necesidades básicas».

Patricia Carreras, formadora voluntaria del Programa EFPA de Educación Financiera, defiende «distinguir entre las necesidades y los deseos, y a partir de aquí, planificarte para cubrir esas necesidades y deseos».

Un 39% de ciudadanos comprueba con «mucha» o «bastante» frecuencia que, a final de mes, han gastado más de lo que disponían

«Pienso -explica Patricia Carreras- que tenemos la teoría de cómo hacerlo, pero en el momento de ejecutarlo perdemos el baremo. Uno ya sabe que ir al cine o a cenar fuera no es una prioridad. Por eso es importante ver qué ingresos tienes, qué ajustas, qué queda y qué deseos quieres realmente. Al final, es poner sentido común».

En ese sentido común está, en la medida de lo posible, planificar gastos que pueden ser vistos como no esenciales, pero con gran impacto en nuestras vidas, como «las vacaciones, que emocionalmente pueden marcar una diferencia: por eso te has de planificar y has de saber hasta dónde llegas», añade Patricia Carreras, que destaca: «yo no sería partidaria de crear una sociedad con austeridad total».

Lo resume Alfonso Fernández Pascual, del Col·legi d’Economistes de Catalunya: «Se trata de hacer un balance entre los costes sociales y económicos».

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