Hay una realidad en Can Nàstic y es que el conjunto grana depende en gran medida de dos caminos para hacer gol. Uno tiene nombre propio y el otro es un contexto del juego que se domina porque hay las dos armas necesarias para ello: lanzadores y rematadores. El conjunto grana es un equipo que basa su olfato goleador en Guillermo Fernández y el balón parado. La conclusión que se puede sacar respecto a estos dos mecanismos del gol es positiva, pero también es cierto que se empieza a respirar a que hay una excesiva dependencia. Si estas dos armas no funcionan, el conjunto grana se suele quedar en tierra de nadie. Ahí se echa de menos otros futbolistas que den un paso adelante en materia goleadora. No son otros que los atacantes, un perfil de futbolista que dentro de la plantilla, a excepción del ariete vasco, todavía no ha terminado de encontrar una relación regular con la portería.
El caso que mejor evidencia esta falta de gol es el de Pablo Fernández. El delantero asturiano lo hace casi todo bien y su temporada roza el notable. Es un ariete que fija defensas, gana muchos duelos e incluso es capaz de romper la última línea con esa gran zancada que le caracteriza. Hasta ahí todo perfecto, pero cuando llega el momento de marcar diferencias no suele facturar y eso en la cabeza va pesando. Pablo ha tenido ocasiones para estar a la par de Guillermo en cuanto a goles, pero la diferencia es que uno las ha metido y el otro no. Bueno, el asturiano ha tenido tan mala suerte que frente al Sabadell marcó, pero el árbitro no vio que el cuero traspasase la línea y su tanto no subió al marcador.
En total, Pablo Fernández suma dos goles en lo que va de curso. Los números son insuficientes para un ariete de su nivel que domina tanto las otras virtudes del juego que solo le falta dar un paso en este aspecto para ser un futbolista de otra categoría. Generar ocasiones las genera, por lo que solo le falta afilar más el colmillo para engordar sus números y que el Nàstic agradezca todavía más de lo que lo hace su contribución al equipo.
El tercer delantero que venía a competir con ambos puntas no es otro que Andrei Lupu, pero el rumano está teniendo una temporada fácil con las lesiones. Justo cuando comenzaba a coger ritmo competitivo tras fracturarse por partida doble la mandíbula volvió a caer. Fue en la Copa del Rey frente al Racing Rioja tras marcar su primer gol de grana. No pudo tener más mala suerte porque una lesión muscular llamó a su puerta. Ahora sigue trabajando en su recuperación y el Nàstic le añora porque ahora mismo solo cuenta con dos delanteros en la plantilla.
Del resto de jugadores de ataque de la plantilla solo han llegado tres goles. Uno para cada uno. Robert Simón, Marc Álvarez y Aarón Rey suman un gol cada uno en su cuenta particular. No se les debe exigir cifras mareantes, pero lo cierto es que un par de goles más por cabeza no le vendrían nada mal al equipo. Andy Escudero y Maurizio Pochettino todavía no se han estrenado, aunque es cierto que el alicantino aportó dos asistencias de bella factura en Irún.
Un dato que refrenda todavía más esta falta de goles arriba es que el segundo máximo goleador del equipo es Joan Oriol que es lateral izquierdo. Le sigue Javier Bonilla que está actuando de extremo, pero no es un futbolista que sea especialista en esa demarcación. Ambos han contribuido a un Nàstic con gol, pero que echa en falta más actores protagonistas. Guillermo busca compañía en forma de gol.