Eliminados de la Copa del Rey y hundidos. El equipo de José Antonio Gordillo regresa de Córdoba con peor cara de la que llegó. Lejos de mejorar las sensaciones de liga, hizo aún más profundas las heridas.
Decía José Antonio Gordillo en la previa al partido que en Córdoba quería ver crecer su idea de juego. Ni siquiera llegó a brotar intención alguna sobre el terreno de juego. En un encuentro que parecía jugarse en cámara lenta (el aspecto del campo seguramente no ayudó), el conjunto andaluz evidenció, una vez más, que el Nàstic es un equipo fácilmente manipulable.
No se trata de que Las Palmas tenga un plantillón, ni que el Rayo Majadahonda sorprendiera con su buen trato al balón, ni tampoco que el Sporting gozara de un talento prodigioso, que también. El asunto es sencillamente que el Gimnàstic es un conjunto dócil y sumiso.
Con un despliegue desorganizado, enormes lagunas defensivas y una ausencia grave de ideas en zona creativa dieron al Córdoba todas las facilidades posibles para llevarse el duelo sin despeinarse.
La línea defensiva sufrió desde el primer minuto de juego. La descoordinación y la falta de entendimiento entre los cuatro zagueros fue desesperante. Y tampoco contaban con ayudas de los delanteros. Djetei tiene más defectos que virtudes y parece que todo el potencial que se vislumbraba antes de la lesión de rodilla haya quedado en nada. Mientras Cadamuro regala cada balón que decide sacar desde atrás.
Pol Valentín y De Nova pecaban de precipitación, dejando espacios a sus espaldas que los jugadores blanquiverdes supieron sacar partido. Así llegó el gol del Córdoba a los tres minutos de partido. El equipo de Sandoval movió el cuero de lado a lado y encontró el espacio por la derecha de su ataque para que Romero cargara la pierna. El disparo se paseó dulcemente por el área grana hasta que Andrés Martín pinchó con la puntera para superar a Becerra. El portero catalán lució porte y estilo en su debut en el arco del Nàstic. Nada pudo hacer en el tanto local, pero demostró sus dotes en un remate invalidado de Andrés Martín que despejó con una intervención magnífica.
El descanso parecía que le daba otro aire al Nàstic. El equipo grana empezó a asomarse por el campo del Córdoba en acciones muy verticales. Uche pudo igualar la contienda en el 50’. Hizo todo bien, menos el remate que le salió desviado.
El cuadro blanquiverde se dedicó más a la contención, sin renunciar al ataque. Le resultaba fácil llegar a los dominios de Becerra. Incluso en estático, encontraba espacios entre la defensa grana con suma facilidad.
De nuevo Jaime Romero tuvo el tiempo de pensar y cargar la pierna para mandar un centro envenenado que golpeó el palo.
Entraron Luis Suárez y Fali, suficiente testosterona para ver como mínimo inquietudes en las filas tarraconenses. Las ideas seguían brillando por su ausencia, pero al menos, la intensidad subió un punto. Ayudó que ni Tete ni Dumitru estaban ya en el campo. Si querían ganarse minutos, lo que consiguieron fue números para irse a la grada, como cerca.
Fali no dispondrá de una técnica exuberante pero demostró un golpeo exquisito. Hizo temblar la portería de Carlos Abad cuando mandó el esférico al travesaño en un lanzamiento de falta.
El partido agonizaba cuando Piovaccari decidió sentenciar en la última jugada del partido.
Córdoba CF. Carlos Abad, Loureiro, Luis Muñoz, Aythami, Quezada, Bambock, Jaime Romero, Blati (Aguado, 66’), Quim Araujo, De las Cuevas (Sebas, 75’) y Andrés Martín (Piovaccari, 75’).
nàstic. Becerra, Pol Valentín, Djetei, Cadamuro, De Nova, Rocha, Javi Márquez (Fali, 61’), Tete (Luis Suárez, 65’), Dumitru (Brugui, 74’), Abeledo y Uche.
Goles. 1-0, Andrés Martín (3’). 2-0, Piovaccari (92’)
Árbitro. Arcediano Monescillo. Amonestó a Loureiro, Djetei, Dumitru, Javi Márquez, Andrés Martín, De Nova, Pol Valentín