Otra victoria de libro para el Nàstic. Los granas se llevaron tres puntos de un campo, Zubieta, en el que solo la Ponferradina, se había impuesto. El cuadro tarraconense lo hizo a su manera. Con unas señas de identidad que el Nou Estadi se ha hecho suyas. Asfixiando a la Real Sociedad B en defensa y sentenciando el partido en dos ataques rapidísimos al inicio del segundo tiempo. Pablo y Jardí pusieron los goles de un triunfo de líder.
El Nàstic va a por todas. Al premio máximo. El ascenso directo. Sin miramientos. A puerta gayola. ¿Por qué renunciar a un objetivo que jornada tras jornada se hace más plausible? Por prudencia, dirán algunos. Pero quién se va a creer ahora que este equipo, capaz de ganar en Zubieta y Barreiro, con una autoridad impactante, va a conformarse, de primeras, con un play-off. Si al final es lo que queda, bienvenido sea, pero en estos momentos de subidón, quedarse con eso sería conformismo. Y este equipo no tiene nada de conformista.
Dani Vidal no tocó nada del once inicial, más allá del cambio obligado por la sanción de Óscar Sanz. Como era previsible, Marc Montalvo ocupó su posición en el medio del campo. Junto con Borja iban a decidir el devenir del partido. Necesitaban andar juntos para evitar el juego por dentro del Sanse. Cumplieron perfectamente.
El Nàstic hizo un despliegue enorme para tapar la circulación de balón donostiarra. Dominan ese arte, tanto como los granas controlan la fase defensiva sea cual sea la propuesta a la que se enfrentan. No dejaron pasillo por cubrir. Si bien, la presión no proporcionó recuperaciones adelantadas. Sirvió para mantener a raya al Sanse.
Tampoco el Nàstic estuvo fino a nivel ofensivo. Solo en la estrategia conseguía meter algo de miedo en las líneas vascas. Fue en una acción a balón parado como llegó la única ocasión de peligro de los tarraconenses. La pelota le cayó a Nacho en el área pequeña, pero el central no consiguió impactar bien y mandó el cuero por encima del arco de Aitor Fraga.
La victoria no estuvo exenta de polémica. A los 20 minutos de juego la Real Sociedad B debió quedarse con un hombre menos. Ifabema se lanzó por un balón ante Varo con los dos pies. Con uno de ellos le golpeó de lleno en el rostro, provocándole un corte. Varo apenas pudo ponerse en pie para seguir la jugada, pero inmediatamente se fue al suelo. No sin antes mostrar al colegiado su rostro sangrante. No le valió al árbitro que se limitó a amonestar al jugador del filial donostiarra. El atacante siguió en el partido, mientras Varo tuvo que abandonarlo por el golpe. Un cambio obligado y que dejó con una ventana menos. Todo por una amarilla. Justicia arbitral le llaman.
Jose Alberto Pardeiro no tenía ganas de expulsar a nadie, porque también le ahorró el paseo a las duchas a Goti. Con una amarilla en su cuenta cometió una falta sobre Nacho que podía haberle supuesto la segunda amonestación.
La única amenaza local fue al filo del descanso, en un cabezazo de Dadie en el segundo palo, que blocó fácil Parra.
El Nàstic encarriló el partido en diez minutos del segundo tiempo. Los que tardó en hacer el 0-1 y el 0-2. El primero con un Pablo Fernández marcando los pasos para perfilarse el golpeo. Lo hizo con ese trote que patentó Titi Henry. Un paso, dos y golpeo a la escuadra.
Fue un ida y vuelta. Porque nada más sacar de inicio, robo y Jardí en el segundo palo lograba el segundo. El plan de Dani Vidal volvía a ser ejecutado a la perfección por sus hombres.
El filial de la Real Sociedad intentó recuperarse. Pero con dos derrotas consecutivas y un Nàstic que no le daba respiro, apenas confiaban en poder levantarse. Los tres puntos viajaban ya de camino a Tarragona.