Una mujer corría. Jadeaba y corría. Tropezaba y corría. Con un miedo macizo debajo de las cejas y un niño entre los brazos. Estos son los primeros versos del poema Éxodo de la poeta Ángela Figuera, cuyas palabras encarnan el drama de una mujer que huye con su hijo, de esta guerra, de todas las guerras...
Así, siguiendo la estela de sus anteriores proyectos, Marta Arjona y Maite Blasco codirigen el cortometraje de danza y ficción Viento apacible. Se trata de una producción de DansPXL y Blasco Visual Studio, con el apoyo de Cuarto Color y Miyagi Studio.
«Como en proyectos anteriores, hablamos de memoria y mujer. Así, la protagonista del cortometraje es una joven que hace un llamamiento a que la gente de su edad -18 años- no se quede solo con lo superficial, sino que tenga inquietudes e interés por investigar. Ella indaga sobre la Guerra Civil y así es como descubre un poema que explica la lucha y la batalla de una madre por proteger a su hijo durante la guerra», detalla Marta Arjona.
Más concretamente, descubre los Romanceros de Guerra. «Fueron pequeños libros, compendios de poemas de diferentes autores, que eran distribuidos durante el conflicto a ambos bandos. Entonces, el poema Éxodo de Ángela Figuera formaba parte de una de estas publicaciones, quien durante su vida no recibió el reconocimiento que se merecía, como otras tantas mujeres durante la Guerra Civil», explica Marta Arjona.
De esta manera, la responsable de materializar los versos es la tarraconense María Martínez, quien empieza un viaje personal que querrá compartir con el mundo a través de la danza. «Frente a la cámara, es una gran profesional y está estudiando en SOM Academy, una Escuela de Musicales y artes escénicas de Madrid, productora de musicales como Mama Mia y Matilda», explica Marta Arjona.
Así, los pasos que María Martínez da en cada escena despiertan «un sentimiento de protección, ya que baila para proteger a su hijo», destaca la codirectora vallense.
Buscaba un rincón sin espantos, un lugar aseado para colocar una cuna, relata el poema. Unas palabras que, según Marta Arjona, hicieron que «la grabación del cortometraje fuera un proceso muy emocionante y muy bonito, por lo que hubo momentos en los que se nos saltaban las lágrimas a todas».
El rodaje del cortometraje tuvo lugar en la Gran Vía de Madrid el pasado mes de julio. «Además de ser un espacio que conocíamos, Madrid y concretamente la Gran Vía fue el lugar que durante la Guerra Civil sufrió más, así que simbólicamente era un espacio importante», resume la directora.
En este sentido, la música de Viento apacible no se queda atrás. «El autor es Liam Colomer, quien la ha compuesto expresamente, por lo que es muy emotiva», asegura la vallense. De la composición, la misma destaca que «hay un fragmento en el que se escuchan diferentes voces cantando, y las instrucciones que les dio Liam Colomer a los cantantes es que se imaginasen que tenían en sus brazos a un bebé que debían proteger».
De esta manera, la producción aspira «a dar un toque de atención a los jóvenes para que se alejen de las redes sociales y las pantallas, porque al otro lado hay todo un mundo por descubrir».
Todo ello bajo el amparo de la danza en un formato narrativo no convencional. «Por un lado, la danza es un lenguaje universal, y, por otro lado, un eje vertebrador, es decir, en Viento apacible el movimiento, la música y el poema son puntos narrativos que ayudan a explicar la historia». Un soplo a la memoria de las mujeres.