El mundo del espectáculo internacional tuvo el jueves por la noche una de sus grandes citas: los Grammy Latinos, la filial no anglosajona de los galardones más importantes de la industria discográfica a nivel de proyección, negocio y visibilidad. Paz Vega, Dana Paola, Sebastián Yatra y Roselyn Sánchez fueron los presentadores en una gala en la que Natalia Lafourcade, Karol G, Bizarrap y Shakira se llevaron cada uno tres estatuillas.
El arranque se le ofreció a Rosalía. Siempre dispuesta a tocar la fibra, eligió una rendición de ‘Se nos rompió el amor’, el gran tema de Manuel Alejandro sublimado por Rocío Jurado. Rodeada por varios grupos de flamencos envueltos en plásticos, interpretó el tema con una contención a la que no nos tiene acostumbrados últimamente. Muchos, sin duda, lo verán como una clara referencia a sus relaciones amorosas pasadas. Poco después, Antonio Banderas hizo una arenga en favor de Andalucía como tierra de grandes maestros, olvidándose un poco, todo hay que decirlo, de las mujeres andaluzas. Con Rosalía y Banderas, la bienvenida española a los premios queda bordada.
Comienzan a entregarse los premios. Shakira y Bizarrap ganaron la mejor canción pop con la sesión que compartieron, aquel inolvidable ejercicio de venganza poética donde la familia política de Piqué no salía nada bien parada. Ambos ya habían cosechado otros premios en la gala previa (Bizarrap con Quevedo, Shakira con Karol G). Después, Alejandro Sanz -tras una mala pasada de realización- interpretó ‘Corazón partío’ para un entregadísimo auditorio.
Tras las actuaciones de Juanes y Sebastián Yatra, Shakira tomó el escenario. La elección de la balada (’Acróstico’) quedó un poco floja para la inmensa expectativa que había. Laura Pausini, en cambio, hizo una actuación poderosa, un volcán emocional con ese puntito italo-hortera que llena de dinámica sus canciones y las de sus compatriotas. La colombiana Karol G fue la encargada de leerle unas palabras y regalarle el reconocimiento a Persona del Año 2023. El discurso de aceptación también ha sido para enmarcar: «¡Soy la italiana más latina de todo el coño mundo!».
Niña Pastori Niña Pastori obtuvo su quinto galardón en los Grammy Latinos, reivindicando con su premio a mejor álbum de flamenco un estilo «que no es de mayorías, como otros, pero sí de categoría». A la postre, será una de las únicas españolas en llevarse algo a casa. David Bisbal y Paz Vega habían introducido la categoría con un brevísimo homenaje -demasiado descafeinado- a algunas grandes figuras del flamenco de universal aclamación.
Llegó más «salseo»: si Rosalía había elegido la canción más dolorosa de la Jurado, Rauw Alejandro tomó el escenario dentro de un círculo de fuego eligiendo el ‘Se fue’ de Laura Pausini. Todo sutilezas. Pero luego se vuelve reggaetón y más tarde una versión rock con Juanes, por la cara, mejorando el popurrí. Tras un olvidable Andrea Bocelli, un premio inesperado: Julieta Venegas ganó el mejor álbum pop, venciendo a Pablo Alborán o Camilo.
Alejandro Sanz y Manuel Abud, presidente de la Academia, le concedieron un premio honorífico a Antonio Banderas, sabiendo que el discurso de aceptación iba a ser elegante, con alguna sorpresa y breve arrebato bien medido. Sabíamos que a Banderas se le iba a dar bien. Le siguió Maluma con otro popurrí mezclando bachata, salsa y más, todo dentro de su nuevo traje púrpura del que parece inseparable.
Cae el galardón al mejor álbum de música urbana y gana una favorita, muy querida en España: Karol G. Otra bomba: la actuación de Bizarrap consigue reivindicar varios de sus hits mientras homenajea a Argentina (algo olvidada hasta ahora en la gala), pasando el ‘Quédate’ por un cantante y bandoneonista de tango... hasta que Shakira le roba el escenario por completo para cantar con un gran grupo de bailarines su canción conjunta. Cada vez queda menos. Una emocionadísima Joaquina recoge su premio de mano de Carlos Vives, la cantante venezolana de 19 años es la mejor nueva artista de esta edición. El español Borja perdió su ocasión.
Para el espectador desde España, la cosa empieza a eternizarse. El hecho de que por cada premio haya dos o tres actuaciones y pausas publicitarias (suavizadas en RTVE con microentrevistas) empieza a pesar. Pero para el público del otro lado del Atlántico todavía no es tan tarde. Se suceden actuaciones no muy memorables de Pablo Alborán, Manu Carrasco y hasta una aparición estelar de Sergio Ramos. Preludian otro gran premio: Bizarrap, en su colaboración con Shakira, gana la mejor canción del año. Como hace un momento, Shakira es más carismática que el fotosensible argentino y arrebata toda la atención en el discurso de aceptación.
Todo lo contrario que la mexicana Natalia Lafourcade, que ganando la mejor grabación del año, el premio gordo, no estaba por ninguna parte y no lo recogió en persona. Fue una gran sorpresa, pues desbancó a Shakira y Rosalía, habiendo ganado dos premios en otras categorías en la gala previa. El productor del disco, Adán Jodorowsky (el hijo de Alejandro Jodorowsky) lo recogió en su lugar con la simpatía perfecta. El último premio, el mejor álbum del año, recayó en Karol G y su ‘Mañana será bonito’, una noche verdaderamente redonda para la colombiana.
Se consumó lo que cada vez se veía más claro: casi no hay triunfos para los artistas españoles. Quevedo (mejor canción urbana), Niña Pastori (que competía solo con otros españoles en la categoría de flamenco) y los realizadores del videoclip de Nathy Peluso son de los pocos españoles que se llevaron algo.