A las puertas de la isla más grande de Catalunya se encuentra uno de los secretos mejor guardados del Delta de l’Ebre. Se trata de un conjunto de manantiales naturales que recogen las aguas de las sierras del Montsià, Els Ports y Cardó y el Boix.
Esta zona, bautizada como Els Ullals de Baltasar, reúne más de 50 estanques de diferente diámetro en el término municipal de Amposta. A su alrededor se ha diseñado un breve itinerario senderista que puede ser recorrido por grandes y pequeños e, incluso, por personas de movilidad reducida, lo que convierte a esta excursión en una de las pocas rutas accesibles de la provincia de Tarragona.
Esta semana, disfrutamos de este singular paraje a la vez que descubrimos la isla de Buda, un enclave tan bello como amenazado por la regresión de la línea de costa, la misma que se tragó a la Torre Eiffel tarraconense la Navidad del año 1961. ¿Qué otros secretos deben esconder las cálidas aguas del Mediterráneo?
Dificultad de la ruta
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables.
El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.
Desde el punto de vista de la dificultad física este recorrido es muy fácil, de hecho, podría catalogarse de paseo junto a los arrozales. El único obstáculo que considerar es que una de las pasarelas de Els Ullals de Baltasar puede moverse porque está suspendida en el agua. Su ubicación está señalizada con el debido panel.
Instrucciones de la ruta
Esta es una ruta doble, pues en escasa distancia están el itinerario dels Ullals de Baltasar y el del Bosc de Ribera. Ambos suman poco más de 2 kilómetros, luego vale la pena hacerlos uno después del otro. Estacionaremos en un único lugar, esto es, en el aparcamiento de tierra gratuito cuya entrada está a un lado de la TV-3408, después de la Torre de l’Oriola.
Debe apuntarse que no importa cuál de los recorridos hagamos primero. La diferencia entre ambos es que el sendero de Els Ullals de Baltasar discurre por unas pasarelas de madera acondicionadas para silla de ruedas.
La isla más grande de Catalunya
En el extremo oriental del Delta de l’Ebre, después del fatídico desierto de Alfama, se encuentra la isla más grande de toda Catalunya. Se formó entre los años 1750 y 1850 gracias a los sedimentos acumulados por el río.
Pese a sus más de 1.000 hectáreas de extensión y una longitud de 5 kilómetros, la isla marítima y fluvial de Buda parece ser una gran desconocida. En ella se encuentra una masía de estilo valenciano construida en el siglo XIX que ejercía de centro neurálgico de una suerte de población que acogió a 200 habitantes en 1950.
Las familias, venidas al lugar a fin de trabajar en los arrozales, se instalaron en casas hechas de cañas y barro y construyeron una capilla que hacía las veces de escuela. Para salir de la isla de Buda utilizaban una barcaza motorizada que atravesaba el río de un lado a otro para transportar o bien personas o bien la producción.
Los buderos, gentilicio que adoptaron quienes nacieron o trabajaron en la Isla de Buda, emigraron a los pueblos de los alrededores con la construcción de carreteras.
Actualmente, este paraíso hábitat de decenas de aves está amenazado por la regresión de la costa. Durante muchos años, el Mediterráneo y el río mantuvieron un pulso en el que siempre ganaba el segundo. Sin embargo, a raíz de la construcción de los embalses, las tornas han cambiado: el Ebre transporta menos sedimentos y, por lo tanto, el mar recupera su territorio.
La Torre Eiffel de la Isla de Buda
La regresión de la costa nos ha privado del que para muchos fue el faro más bonito del mundo, el de la Isla de Buda.
Se construyó en 1864 en Inglaterra, Birmingham, sobre los planos del ingeniero español Lucio del Valle, y fue traído en barco desde el puerto de Gloucester a través del estrecho de Gibraltar. Con 55 metros de altura, lo que lo convertía en la torre más alta de la época, y forma piramidal se instaló junto a un faro provisional de madera. La torre soportó la crecida de las aguas, así como la dinamita en la Guerra Civil, sin embargo, el mar lo engulló la navidad de 1961, cuando un temporal pudo con las 187 toneladas de metal.
Desde entonces, esta magnífica estructura descansa a 10 metros bajo el mar, a 3 kilómetros de la actual línea de costa de la isla de Buda. Así las cosas, el entonces torrero Alfredo Cabezas y su familia se vieron obligados a abandonar su hogar yéndose a trabajar a Montjuïc. Cabezas continuó en el oficio hasta su fallecimiento, en 1945, mientras se encargaba del faro de La Ràpita, a pocos kilómetros de la Isla de Buda.
Distancia: 2,11 km
Desnivel positivo: 1 m
Duración: 1 hora
Dificultad física: muy fácil
El portal de rutas de senderismo de Tarragona con las que podrás descubrir el patrimonio natural y cultural de la provincia (www.caminoconsantiago.com )