Doctor en Historia del Arte y profesor de la Universidad de Barcelona, Raimon Arola (Tarragona, 1956), es especialista en simbología sagrada, arte y tradición hermética. Es autor de ensayos como La cábala y la alquimia en la tradición espiritual de Occidente (siglos XV-XVII) y Alquimia y religión. Los símbolos herméticos del siglo XVII. Asimismo, dirige la página web Arsgravis (arsgravis.com). El último de sus poemarios es La llum i les semences (Arola Editors), en el que el autor propone llegar a los límites del pensamiento tradicional para dejar fluir las palabras.
Cuando hablamos de simbología sagrada, ¿de qué hablamos?
Durante cuarenta años impartí clases de Historia del Arte y hubo un momento en el que me di cuenta de la importancia de conocer el arte de otras culturas, más allá de la occidental. El egipcio, griego, romano, medieval... En realidad no es arte, sino un ritual, una forma de expresión de su sacralidad. Y para no caer en el egocentrismo, lo llamé simbolismo o simbología sagrada.
Cuando un imperio cae se vuelve amanerado porque tiene mucho dinero, pero poco impulso. Quedan las formas. El contenido está inevitablemente muerto.¿Cuánta de esta simbología hay en ‘La llum i les semences’?
Todo lo que he aprendido durante mis años de estudio está en la poesía de este volumen.
¿Cómo transmite estos conceptos al lector a través de los versos?
Lo que me gustaría es que la gente tuviera inquietudes por estas cosas y creo que la poesía puede ser un medio para enseñar. Sé que no es fácil, pero lo intentamos. A diferencia del ensayo, que es muy sesudo, muy pesado, la poesía tiene un plus de estética. Y aunque no es lo que a mí me interesa, estos símbolos metafóricos a veces llegan más por intuición que por la comprensión lógica.
Se trata de una doble simbología, la del lenguaje y la de los símbolos propios.
Sí. Se encuentran.
Por sus versos pasan la alquimia, la inmortalidad, los antepasados o los espíritus. ¿Qué quiere expresar?
Es un poco complejo. A partir de los siglos XVIII y XIX, la religión en Europa se perdió, quedó como algo eclesiástico. Pero la espiritualidad no es la religión y esto es lo que quiero separar. La religión es necesaria o no, depende de cada cual, pero la espiritualidad es innata al ser humano. Lo que quiero hacer es una poesía que renueve la espiritualidad. Porque, ¿qué es realmente la cultura? No se puede confundir con el entretenimiento. Hay una cultura y un entretenimiento y no digo que una sea buena y el otro malo. Sin embargo, al perderse lo religioso, la espiritualidad se condensó en la cultura.
¿Qué se debe hacer para llegar a esa espiritualidad?
Lo fundamental es saber que existe. Es ir recuperando lo que es esencial en el ser humano, la importancia de las cosas.
A partir de los siglos XVIII y XIX, la religión en Europa se perdió, quedó como algo eclesiástico. Pero la espiritualidad no es la religión y esto es lo que quiero separar.¿Cree que la Covid-19 nos ayudará a verlo?
No lo creo porque no nos van a dejar las multinacionales. Pero si pudiéramos y no tuviéramos tantos medios audiovisuales que nos entretienen, sería un buen momento para replantearse, por ejemplo, qué es cultura. Pero sin valorar. Es decir, a mí me gusta mucho ver la tele cuando estoy cansado de trabajar, pero no puedo decir que todo sea cultura. Y aquí hay un paso difícil de compaginar con la decadencia europea. Europa, inevitablemente, está en decadencia y en breve vamos a depender de las dos orillas del Pacífico. Es normal, los imperios duran una época.
¿Esto significa la muerte de la cultura europea?
Sí. Van a surgir otras formas que no son esta cultura tan profunda, tan seria. La norteamericana, de Alaska a Argentina, ya es distinta, piensan de otra manera. Es mucho más abierta. También menos rigurosa. Son maneras de pensar distintas. En América son más libres. Allí una asignatura de simbología no tendría ningún problema.
¿Por qué aquí sí?
Porque la Iglesia lo ve como algo heterodoxo; la Academia, la Universidad, como demasiado confesional y la cultura no acaba de entrar en el tema. Está un poco a caballo de muchas cosas. Por eso a mí me gusta reflexionar sobre estos puntos, que no son fáciles. Por ejemplo, hay personas que practican yoga o van a leerse el tarot. Una cosa es el jolgorio, pero existe otra parte que es muy seria y esta es la que me gustaría desvelar, sacar a la luz. Hablar del culto a los ancestros o de la alquimia, pero de la auténtica.
La luz es la unidad de la que parte todo. Es el principio de vida, pero se diversifica en muchas formas, en muchas simientes. Cada individuo es una simiente de esta luz.¿Cree que necesitamos una vuelta al pasado?
No. Porque hay muchas cosas buenas del presente como las vacunas, la medicina, puedes viajar... Yo diría a lo que tiene fuerza espiritual. Hay momentos muy potentes como el Renacimiento, el Romanticismo o principios del siglo XX con el arte abstracto. Y en el futuro también vendrán. Pero ahora estamos en una crisis espiritual. No me lo invento yo. Lo sabe todo el mundo.
¿Por qué la luz y las simientes?
La luz es la unidad de la que parte todo. Es el principio de vida, pero se diversifica en muchas formas, en muchas simientes. Cada individuo es una simiente de esta luz y tiene que reencontrarla, como cada árbol tiene su simiente, su especie. En este sentido, era la unidad y la multiplicidad concentrada, aunque no son distintas.
También tienen cabida los dragones.
Son pequeños guiños. Hadas, dragones... Antes, la poesía se basaba en estos elementos. La poesía son los primeros signos escritos, es consustancial al hombre. Tiene algo que a la gente le aburre profundamente y no vende ni un libro porque cuesta, exige un esfuerzo no tanto mental como intuitivo, de amor a la palabra. También es la gran síntesis de lo que puede ser el lenguaje, que es lo propio del hombre. Lo que ocurre es que ahora no hablamos.
Si pudiéramos y no tuviéramos tantos medios audiovisuales que nos entretienen, sería un buen momento para replantearse, por ejemplo, qué es cultura. Pero sin valorar.Amor a la palabra. ¿En qué punto estamos?
Somos una colonia del rock americano. Las grandes lenguas culturales europeas, básicamente el francés y el alemán, ya no existen. Desde hace dos décadas no tienen ninguna proyección. Catalunya era una cultura que venía directamente de Francia, de París. Ahora todo es en americano. Pero es lógico, hemos mandado muchos siglos.
¿Cuando cae un imperio se vuelve superficial?
Se vuelve amanerado porque tiene mucho dinero, pero poco impulso. Quedan las formas. El contenido está inevitablemente muerto.
¿’La llum i les semences’ es un canto a la decadencia de la cultura europea?
No. Es un lamento de una gran cultura.