Una de cal y una de arena para Italia en estos últimos meses. Vencedora de dos populares competiciones europeas, el festival de Eurovisión y la Eurocopa de fútbol, en pocos meses ha dicho adiós a dos de los cantantes que más han hecho por difundir la música italiana alrededor del mundo. Si a mediados de mayo moría Franco Battiato, el pasado 5 de julio fallecía Raffaella Carrà a los 78 años de edad a causa de un cáncer de pulmón. Sin duda, una artista polifacética -cantante, actriz, presentadora de televisión, showwoman...- cuya personalidad poliédrica va mucho más allá de la rubia ceñida conocida por interpretar canciones picantes.
Y es que Carrà (Bolonia, 1943 – Roma 2021) no fue la simple muñeca provocadora que aparentaba en su faceta más pública. Nacida como Raffaella Maria Roberta Pelloni, fue también la viva imagen de la mujer fuerte y decidida, empoderada ‘avant la lettre’, activista feminista y votante del PCI, el histórico Partido Comunista Italiano. Además, Carrà triunfó en España -como Battiato- pero en este caso no solo por sus versiones en castellano, sino también por su trayectoria como presentadora de televisión, apareciendo en programas como ‘¡Señoras y señores!’ y ‘La hora de Raffaella Carrà’ en una TVE sin competencia en los años 70 y 80 y encantada de ver como una italiana semiespañolizada ponía el contrapunto de descaro tan necesario durante la transición de la dictadura a la democracia.
Musicalmente, Carrà se caracterizó por sus canciones populares con letras picantes interpretadas en plena explosión de la música disco. Además, su éxito se acrecentaba sobre el escenario con su peculiar forma de bailar, incluidas los sacudidas de cabeza marca de la casa, sumadas a coreografías rompedoras con importante presencia de bailarines masculinos. Entre sus éxitos cabe destacar temazos como ‘A far l’amore comincia tu’ -‘En el amor todo es empezar’ en castellano-, ‘Caliente, caliente’ -mismo titulo en castellano- o ‘Tanti auguri’, la más conocida de todas, eso sí, por su título en castellano: ‘Para hacer bien el amor hay que venir al sur’. De hecho este tema, cuyo estribillo en italiano decía ‘Com’è bello far l’amore da Trieste in giù’, es decir: ‘Que bonito es hacer el amor de Trieste hacia abajo’ -incluyendo por tanto toda la península itálica-, se convirtió en un auténtico himno tanto en España como en Hispanoamérica al lanzar un mensaje de superioridad sureña en materia sexual.
Desparpajo sexual, referente LGBTI
Y es que una de las facetas de Carrà es precisamente ese desparpajo sexual de alguien que le canta al amor sin cortapisas y que además llegó a España en el momento oportuno, justo a la llegada de la democracia, y que se supo mantener durante los siguientes cuarenta años convirtiéndose ella misma en un estandarte de la libertad individual, del amor libre y en defensa de los derechos del colectivo LGBTI, que reconoció su trayectoria otorgándole en 2017 el Premio World Pride. Y como muestra, canciones como ‘Luca’, sobre el amor gay; ‘Una mujer en el armario’, sobre el adulterio; o ‘53 53 456’, sobre la masturbación femenina.
Con más de 200 discos entre los cuales un sinfín de recopilatorios, esta intérprete consiguió convertirse en un referente de amplios colectivos situados fuera del ‘mainstream’ y a la vez llenar de ilusión y entretenimiento a una sociedad acomodada pero necesitada de poner un poco de picante en su vida.
Con todo, Carrà fue muy reservada en cuanto a su vida privada, y pese a ser conocida por cantar al sexo libre sin freno solo se le conocieron dos relaciones duraderas, con el compositor Gianni Boncompagni -autor de la mayoría de sus grandes éxitos- y el coreógrafo Sergio Japino. Además, Carrà no tuvo hijos aunque fue defensora de la adopción a distancia y por ello, si hay que juzgar por su legado, sus hijos adoptivos se cuentan a millones por todo el mundo a día de hoy. Y lo más importante, su música perdurará, porque tanto en su momento como ahora y siempre, siempre hace falta que alguien nos alegre la vida. Y eso es lo que hacía Raffaella.