Después de una pandemia, el cambio climático, la cuesta de enero y algunos ‘dramas’ más, lo mejor es que haya gente en el planeta que se dedique a hacernos reír y si lo hace con un espectáculo llamado Buenrollistas, ya podemos imaginar que vamos a pasar un buen rato. Les recuerdo que reír estimula el corazón, los pulmones y los músculos y reduce el estrés; así que este ratito de charla con Víctor Parrado me ha servido para todo eso y de terapia emocional; y descubrir a un comercial de Barcelona que a sus 33 años salió de su zona de confort para recorrer los teatros y contar desde el humor sus alegrías y sus miserias e invitarnos a ver la vida desde la felicidad, que no es moco de pavo.
Una rotura de ligamento, ocho meses de baja y muchas horas de aburrimiento en el hospital, le llevan a Víctor a reconectarse consigo mismo y a darse cuenta de que «lo de vender cosas no es lo que más me motivaba y que este parón obligado me hizo replantearme qué quería hacer, además de darme cuenta que la gente se reía conmigo y de mis cosas y que a lo mejor esa era la señal que necesitaba». Esa señal, se ha convertido en más de 10 años de carrera y de ser un tipo necesario en esto de la comedia y los monólogos. Víctor Parrado tiene claro que «todo el mundo tenemos un propósito en la vida y el mío es hacer reír y hacer feliz a la gente».
Buenrollistas parte de tres ideas con las que el cómico quiere hacer reconectarnos con nosotros mismos y lo hace desde la responsabilidad emocional, trabajar la autoestima y aceptar la vida. «Cuento mis miserias, mis experiencias buenas y malas que he pasado y creo que cuando haces un espectáculo desde la sinceridad y te abres emocionalmente, la gente lo ve y rápidamente te escucha. No te puedes imaginar la cantidad de gente que me escribe después de los shows para decirme lo bien que se han sentido y lo mucho que les he ayudado; y eso, es maravilloso».