María Parra, en equilibrio con la naturaleza

Amparado con el nombre de la diosa que personifica la Tierra en la mitología griega, la pianista y compositora María Parra presentará este domingo, 26 de febrero, a las 19.30 horas, Gea (Warner Music Spain), su segundo disco como compositora y el cuarto de su discografía. El concierto tendrá lugar en la Cripta de l’Ermita de Cambrils, en el que será el arranque del ciclo de actuaciones de primavera. Las entradas se pueden comprar a través de Codetickets (entradas.codetickets.com/entradas/maria-parra/36852/ajuntament-cambrils/online).

Sobre el álbum, que incluye once nuevas composiciones propias, la compositora explica que empezó a gestarse durante la pandemia. «En el transcurso del confinamiento, volví a sentir la necesidad de continuar creando en la misma línea de lo que había sido Vision (su primer disco con composiciones propias, Warner Music Spain), es decir, de romper con tantos años como intérprete de grandes compositores de la historia», rememora la pianista.

Entonces, sigue explicando, «con la sensación de tener tiempo, pensé que era un buen momento para componer, porque me encontraba a gusto, sabía lo que quería y tenía el apoyo de Wagner. Todo ello fue un detonante, la motivación para ser positivamente creativa».

En este sentido, cuando María Parra vuelve la vista atrás, recuerda el confinamiento como «un período en el que pude abstraerme de todo lo que ocurría en el exterior, supuraba música y me convertí en una especie de máquina creadora, fue una época de gran gozo personal». Precisamente, el fruto de toda esta creatividad musical es el que aguarda Gea, y que sintetiza la relación de la pianista con la naturaleza y su equilibrio. «La naturaleza parece que siempre está ahí, callada, a nuestra disposición y que la podemos remover a nuestro antojo y sin consecuencias», reflexiona la compositora.

Entonces, buscando un nombre femenino que personificase el significado y el valor de engendrar vida, María Parra dice que «hallé Gea, como diosa que simboliza la fertilidad y fuente de toda la vida». Por ello, recalca que «el título también es una reivindicación de lo femenino y de la mujer con su capacidad creadora y cuidadora». Así, resultado de este cúmulo de reflexiones, el disco «es un canto y un homenaje a la creación y a la vida».

Evocar emociones

Por esta razón, los títulos de las canciones despiertan «la sensación de emoción hacia aquellas cosas que teníamos privadas durante el confinamiento, como ver el mar, el cielo, las estrellas, salir al campo...». De hecho, el primer tema que compuso fue Luz a final del túnel: «Coincidió con el momento álgido de mayor número de fallecimientos por la Covid-19, aunque después siguió una bajada progresiva. Entonces, contacté con Warner Music Spain para pedirles que fuera el primer single porque quería transmitir un mensaje de esperanza, es decir, que de cualquier momento duro es posible extraer un aprendizaje, por lo que siempre hay luz al final del túnel».

Así, pensando en Be Water la compositora invoca la necesidad de dejarnos llevar, ya que «la pandemia nos ha enseñado que no podemos controlarlo todo, las cosas ocurren, debemos adaptarnos y, con lo que tenemos, sacar lo mejor de nosotros mismos».

Mientras, Ascending mountains tiene que ver «con el esfuerzo por alcanzar nuestros sueños, conscientes de que es el camino el que nos hace crecer».

En cambio, de Prayer la pianista explica que «es una oración hacia un ser superior a quien te diriges en momentos en los que crees que no hay salida, cuando en verdad sí la hay»; y de Clouds afirma que «es un tema que hace de bisagra entre mi faceta como compositora a piano solista con el proyecto en versión trío junto a Miguel Rodrigáñez, contrabajo, y Gonzalo Maestre, batería».

Altavoz

Otro de los valores destacados del disco es la participación de su hija, Luna, en el proyecto fotográfico con la intención de simbolizar las generaciones venideras. «Es una manera de extrapolar que habrá generaciones posteriores que necesitan que hoy en día tomemos conciencia del cuidado de la naturaleza», afirma María Parra.

Siguiendo esta línea, y a la pregunta qué responsabilidad tiene la música para hacer de altavoz, la compositora responde que «tanto la música como el arte son catalizadores de emociones que están en el inconsciente colectivo; los artistas debemos coger lo que ocurre a nuestro alrededor y transformarlo en un mensaje emocional que después pueda traducirse en música, cine, etc. Cuestiones que puedan provocar en el público una emoción, primero, y después una reflexión».

Por todo ello, la compositora asegura que «intento que mi música sea visual, es decir, construir, a modo de banda sonora, un cúmulo de sensaciones que invitan a una mayor concienciación para convivir en paz y en armonía con nosotros mismos y la naturaleza».