Hoy se inaugura la sexta edición del Festival Terrer Priorat en el marco incomparable de la Cartoixa d’Escaladei, en La Morera de Montsant, con el concierto de música antigua Matèria Primera del barcelonés Marc Vilajuana. La actuación de música vocal a tres voces con materiales medievales sacros y composiciones propias contemporáneas con premisas de ascetismo, precisión y escucha empezará a las doce y media del mediodía, justo después de la presentación y visita de la exposición Priorat Pintat amb Vi de Montserrat Adzeries. También se degustarán varios vinos de denominación de origen de calidad Priorat, así como aceite virgen extra de arbequina con denominación de origen protegida de Siurana.
Este concierto marca el inicio de un extenso calendario de actuaciones que se alargara durante todo el otoño. La organización destaca los esfuerzos que han hecho para realizar una programación exquisita, de autor y principalmente femenina, siguiendo la filosofía del festival en las últimas ediciones. La propuesta artística de este año combina conciertos íntimos, de pequeño formato y espacios acogedores, con otros espectáculos más atrevidos y desenfadados con música de baile. Un año más en el Terrer no quieren hablar de cabezas de cartel, todos los artistas que participan son punteros en su estilo en el territorio.
El festival, en un formato expandido desde finales de verano hasta las puertas del invierno, se fusionará con los territorios de las denominaciones de origen patrocinadoras: Denominación de Origen Calificada Priorat, Denominación de Origen Montsant y Denominación de Origen Protegida de Siurana. El Terrer no es solo música, sino que está acompañado de un programa de cata de vinos y aceites de las denominaciones de origen patrocinadoras de la zona. Un año más, la organización, quiere hacer que el festival se convierta en un espacio cultural y gastronómico distinguido y de preeminencia en la escena cultural. «Venir al Priorat y al Terrer es entrar en un viaje de descubrimiento para los sentidos, una aventura que nos mostrara la maravilla de lo nuestro. Y es que, sin duda alguna, este festival llena en todos los sentidos», destaca el director del festival, Blai Rosés.
El Festival Terrer Priorat ha llegado a su sexta edición con fuerzas renovadas y con una programación pensada para la era poscovid. Un programa rico en estilos, desenfadado y alegre, a la vez que trascendente y un punto subversivo. En un contexto general de reencuentro con la vida y la alegría, el Terrer se convierte en un espacio para el descubrimiento de un territorio único, vital y encantador. Desde la organización afirman que el sello de calidad que tiene el festival es la excelencia que merece el Priorat por su historia, belleza y distinción.
De raíz
El Terrer es un producto que ha surgido de la voluntad colectiva y esta es su razón de ser. La filosofía que sigue es que todos tienen que estar y formar parte de esto: ayuntamientos, instituciones, empresas, público, la gente y las personas, presentes y receptivas. Esta máxima ha sido consustancial a su periplo hasta ahora atrevido, gozoso y fastuoso. Un festival rural, pequeño, local y de raíz, es como define Rosés este proyecto iniciado hace ya seis años. El festival se realiza fuera de temporada y está mayoritariamente formado por mujeres. Música y vino se fusionan en este espacio, concretamente, la experiencia de vivir la música en vivo y junto al artista, probando vinos en lugares que transportan, que hacen sentir las esencias del tiempo y del espacio.
Este evento se ha consolidado como un espacio cultural distinguido de preeminencia en la escena nacional en los últimos años. Representa, además, un impecable escaparate del Priorat, una comarca que vive una época marcada por la efervescencia de la viticultura como eje central en un modelo de revitalización basado en la excelencia y la sostenibilidad.
«Un festival es una fiesta, un elemento de identidad de un territorio, un espacio de la cultura y para la cultura, un dinamizador de la economía de un lugar y un estado de ánimo», concluye Blai Rosés. En el momento en el que se inició el festival, la organización, tenía muy claro que querían hacer un proyecto profesional, con la mirada puesta a largo plazo y con una mentalidad contemporánea. Han estado seis años haciendo pequeños pasos para consolidar un proyecto ambicioso y haciendo cultura desde la idea de la calidad artística, del activismo delicado, de mantener los pueblos vivos y de una manera concreta de pensar en una comarca: el Priorat; un territorio que sobrevive y surge entre el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre. Un conglomerado de pueblecitos, colinas, acantilados, viñas y olivos, cargado de futuro y carente de armonía por los batacazos de la historia.