Pocas tradiciones tan nuestras, tan íntimamente ligadas a la identidad y al alma de este país como la Diada de Sant Jordi. Cada 23 de abril, las calles se transforman en un escenario vibrante de palabras y flores, de encuentros y descubrimientos. Es un día en el que la cultura sale al paso, se busca, se ofrece, se comparte. Una celebración que aúna belleza, historia y compromiso: el compromiso de una sociedad que cree en los libros, que defiende la lectura como acto de amor y de libertad.
Este año en el Diari de Tarragona queremos homenajear a la gran dama de nuestras letras: Mercè Rodoreda. Su figura ilustra nuestra portada como símbolo de una literatura que, desde la sensibilidad, nos interroga, nos conmueve y nos define. Mercè Rodoreda no sólo escribió obras inmortales como La plaça del Diamant, Quanta, quanta guerra... o Aloma, sino que abrió caminos para que otras voces —especialmente las femeninas— encontraran también su lugar en el alma de los lectores. Su mirada, siempre íntima y poderosa, nos recuerda el poder transformador de la palabra. Como cada año, Sant Jordi viene acompañado de un aluvión de novedades editoriales. Libros que son promesas de aventura, conocimiento, ternura o provocación.
Desde los nombres consagrados hasta los debutantes, la oferta es tan rica como diversa. En el suplemento Encuentros hemos querido destacar algunas de esas propuestas con la complicidad de quienes mejor conocen el pulso del lector: los libreros. Sus recomendaciones, junto a entrevistas y reseñas, componen una brújula para orientarse entre estantes repletos de mundos por descubrir. Sant Jordi es, ante todo, una fortuna. Vivimos en un rincón de mundo que ha sabido convertir una fiesta popular en una celebración masiva de la cultura. Salimos a la calle para regalar libros y rosas, sí, pero también para mirarnos a los ojos, para compartir lecturas, para volver a encontrarnos.
Es un acto de resistencia frente a la prisa, frente a la superficialidad, frente al olvido. Los libros no son sólo objetos: son puentes entre personas, entre generaciones, entre almas. Son una forma de amor. Y Sant Jordi es, también, una celebración del amor en todas sus formas: romántico, filial, literario. Amor por nuestra lengua, por nuestras historias, por la memoria colectiva.